lunes, 4 de marzo de 2013

Morir por la patria.


El cabo tercero Rafael Cortez Cabezas y los soldados profesionales  Jaime Alberto Mejía Rodríguez, Richard Arturo Orozco Aguilar, Juan Carlos Piñeros Duarte, Víctor Hugo Ramírez Lozano, Iván Darío Ríos y Wilson Tique Guzmán murieron  a mediados de febrero pasado en enfrentamientos con las farc en el departamento de Caquetá. Los “alzados en armas” pretendían tomarse la Inspección de San Antonio de Getucha, ubicada en el municipio de Milán, al norte del departamento. En dicha Inspección de algo más de dos mil habitantes la energía eléctrica llegó hace menos de cinco años, solo la quinta parte de la población ha cursado educación secundaria y de conformidad con el último Censo únicamente el 20% de las viviendas cuenta con acueducto y alcantarillado. Para estos integrantes del Ejército no hubo funerales rimbombantes, minutos de silencio ni mucho menos se levantarán bustos que recuerden su sacrificio.  Estos jóvenes entregaron sus vidas por defender las instituciones de Colombia de una guerra que se libra en lugares tan lejanos a los sentimientos y los gustos de los gobernantes de Bogotá que parece ocurrieran en otro país.
Y mientras tanto, ¿qué ocurría en la Colombia próspera donde no hay guerra y el metro cuadrado de vivienda cotiza igual que en los lugares más costosos del mundo? El jeep set criollo se encontraba en un mes de matrimonios pomposos de un delfín en Cartagena  y de  la hija de una hiena recién reelecta en su cargo gracias a milagros celestiales en Bogotá. El hermano del aspirante a suceder al actual Presidente llamado Enriquito se encargaba de “manejar” la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Bogotá para cambiar de Presidente Ejecutivo y entregarle el cargo a una Exministra del Elefante. Los miembros de las principales Cortes de Justicia continuaron exponiendo sin rubor las razones que sustentan que ellos y los congresistas se pensionen con sumas de dinero exorbitantes a cuenta del erario público. El innombrable presidente del Congreso solicitaba que los cargos públicos se entregaran a políticos porque los tecnócratas no representan a nadie. El Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros en las mejores épocas del gremio, padre del Ministro de Hacienda, quien por la gracia del creador jamás tuvo culpa por suscribir la conciliación de Dragacol, a su vez exministro de Desarrollo de Gaviria, exministro de Transporte de Pastrana, progenitor también de la Embajadora vitalicia del país en Japón opinaba que no existían motivos para adelantar un paro cafetero. La canciller Holguín, la misma que renunció en épocas de Uribe a la Embajada en la Onu por el nombramiento de familiares de políticos, explicaba en entrevistas radiales la diferencia entre esa época y la actual donde hermanos de congresistas son nombrados en el servicio diplomático debido a sus importantes logros intelectuales. El Viceministro Samper presenta un proyecto al Congreso para la eliminación de varias leyes. El Concejal Serpa comienza a sonar como candidato a la Gobernación de Santander. Gaviria, el jefe del Partido Liberal anuncia que no aspirara al Congreso de la República debido a que se encargara de elaborar las listas de la colectividad roja. Fernández de Soto, Viceministro para la Participación e Igualdad de Derechos estimula la participación de las comunidades y las minorías étnicas en los planes de Gobierno según la página web del Ministerio del Interior. La sobrina del Alfonso López Michelsen, Secretaria de Gobierno del nieto del dictador Rojas Pinilla, que junto con su hermano se encuentran detenidos por delitos contra la administración pública será la candidata presidencial del único partido que ha realizado algunos ejercicios de oposición al gobierno más unánime de la historia reciente. Mientras tanto, el país sigue reinando en cifras de desempleo y desigualdad en comparación con el resto de América Latina, dato que parece no importar en momentos en que el Presidente y su aspirante a sucederlo se dedican a regalar amplias casas de 40 metros cuadrados por todo el país. Y pensar que cada vez nos parecemos más a Venezuela de la que nos creemos tan diferentes, obteniendo recursos de la minería y  el petróleo.
Por defender esas instituciones, murieron en un paraje miserable siete colombianos. Paz en sus tumbas.