Fue tan burda la forma en
que Riopaila adquirió 27 predios en el Vichada para involucrarlos en un
proyecto de desarrollo productivo que las explicaciones de sus sofisticados
abogados para justificar la gambeta a la
ley sustentada en la “interpretación” que debe hacerse de la misma producen una
combinación de risa e indignación.
Risa, debido a que la
cantidad de sociedades por acciones
simplificadas a nombre de la misma
persona, con idéntico domicilio y sin capital pagado corresponden a la cantidad
de predios individuales que fueron adquiridos mediante un “mandato sin
representación”, para luego ceder la propiedad de las personas jurídicas a
otras con domicilio en el exterior, manteniéndose formalmente la distinción de
27 predios con 27 propietarios diferentes, situación que permite no violentar
la ley agraria formalmente y consiguen la finalidad buscada de establecer una
megafinca sin importar la legislación vigente. Si la maniobra la hubiera
realizado un abogado del común se haría referencia a una tinterillada pero al
ser realizada por un prestigioso bufete de abogados se considera una “estrategia
corporativa integral”.
Indignación, por la frescura
y desparpajo con la cual se responde ante el hallazgo de una transgresión legal
por parte de la azucarera más grande del país y sus asesores. Lo anterior, sin
involucrar la justificación brindada para la creación de sociedades españolas
con domicilio en Luxemburgo que terminaron de propietarios de las 27 sociedades
por acciones simplificadas referente al Tratado de Protección de Inversiones
entre España y Colombia. En términos más
sencillos, una sociedad de capital colombiano, que deriva sus ingresos de los
productos que comercializa en el país desea que sus inversiones en Colombia
reciban los beneficios destina dos a las empresas españolas por un acuerdo del
gobierno colombiano con ese Estado y que tiene como fin último discutir ante
tribunales diferentes a los nacionales las diferencias que pudieren surgir entre
esos inversionistas extranjeros y el
Estado. Todos unos patriotas.
Mientras se desarrollaba esa
estrategia corporativa para adquirir predios en la altillanura colombiana, el
mercado interno del azúcar registraba algunas situaciones poco usuales. Entre
2006 y 2010 los principales ingenios del país, incluido Riopaila mantuvieron
constantes su participación en el mercado. En el año 2010 quienes necesitaron
azúcar para la elaboración comercial de sus productos pagaron por el insumo
cinco veces lo que costaba el Nueva York. Igualmente, en ese lapso existió un
bloqueo a la importación de azúcar boliviano por parte de los productores nacionales.
Los anteriores hechos están siendo investigados por la Superintendencia de
Industria y Comercio y se encuentran en la actualidad en un proceso
administrativo que busca establecer la existencia de un acuerdo de productores
que buscaba mantener alto el precio interno del producto, en otras términos, se
busca establecer si existía un cartel que fijaba los precios del azúcar.
Los mismos beneficiarios de
los elevados precios del azúcar en el mercado colombiano, cuando realizan
inversiones en territorio nacional desean que las mismas tengan la protección
ofrecida al capital extranjero. Las normas nacionales sirven para aumentar sus
utilidades pero prefieren que lo relacionado con sus inversiones, de ser
necesario, sea debatido en tribunales extranjeros. Todo lo anterior patrocinado
por abogados que tienen como principio guía que la ley no se cumple sino que se
interpreta.
Algunos de los insumos que tienen los populismos son
los abusos del poder de las élites y la desigualdad de los ciudadanos ante la
justicia que tienen como resultado la existencia de ciudadanos de primera y segunda
categoría, a los cuales se les aplican normas diferentes, dependiendo el rango
donde se encuentren. El punto común de los discursos de Maduro, Correa, Evo,
Ortega y Cristina es la necesidad de reordenar cada uno de sus países que se
encuentran en mala situación debido a las actuaciones de grupos de oligarcas
que en el pasado actuaron en contra de los intereses generales. Sin ir más
lejos, este tipo de actuaciones abonan el discurso anti establecimiento de un
grupo tan poco representativos como las farc. Y cuando llegan al poder líderes
con esas banderas lo de menos es como interpretar las normas porque en su afán
de construir un nuevo Estado, la única voluntad que cumplen es la suya, con
aplausos de la galería. No tengo claro que tan cerca o lejos estará Colombia de
este tipo de gobiernos, pero es claro que está clase de abusos allana el camino
para que esto ocurra más temprano que tarde,