jueves, 17 de octubre de 2013

Delinquir, “delatar” y DISFRUTAR


Emilio Tapia es un modelo del delincuente que circunda por los pasillos de todas las oficinas de la administración púbica en Colombia. No crea nada, no aporta nada. Su labor consiste en estar al lado de Alcaldes y Gobernadores manejando a la sombra la contratación pública, decidiendo quienes ganan licitaciones y cómo debe tramitarse el pago de sobornos a quienes adjudican los contratos. De esta manera, personajes sin preparación y con escaso trabajo de la noche a la mañana aparecen como grandes potentados que avanzan por las calles entre caravanas de escoltas. Se requería de un oscuro personaje como éste para que sirviera de intermediario de sobornos de los nietos de dictador, quienes llevan en sus venas la debilidad por el dinero fácil. Total, a sus ascendientes cercanos la justicia colombiana jamás los procesó por sus múltiples hechos de corrupción. Ellos simplemente repitieron los comportamientos que sus padres y abuelos realizaron y por los cuales obtuvieron reconocimiento social y fortuna personal.

Volvamos al “empresario” Tapia. ¿Dónde se encuentra ahora, que ha caído el telón y se ha descubierto que la fuente de sus extravagantes gastos era dinero proveniente de mordidas millonarias en contratación pública? El doctor Tapia se encuentra “detenido” en su residencia a la espera que un juez apruebe el acuerdo que hizo con la Fiscalía General de la Nación que le permitirá no poner un píe en la cárcel a cambio de dar su valeroso testimonio contra los demás delincuentes que participaron en el asalto a Bogotá bajo el gobierno de los insaciables Moreno Rojas. Está detención no le impide al próspero empresario continuar con sus compromisos diarios en lugares públicos  de la capital a los que acude con su caravana de escoltas. Hace algunos días, al regreso de una “tarde de trabajo”, un vehículo de su escolta fue cerrado, situación que fue registrada en los medios como un atentado contra el “testigo estrella” de la Fiscalía. Sin embargo, a pocas horas de ocurridos los hechos en entrevista a  La Fm, él “empresario” afirmaba que seguiría con su titánica labor de dar testimonio contra sus cómplices en los procesos judiciales que se requirieran. Por su “colaboración”, la Fiscalía mira para otro lado  a la hora de revisar el injustificado aumento patrimonial de Tapia y sus testaferros.

Tapia se constituye en todo un ejemplo a repetirse en el país del Patrón del Mal. Se enriqueció por dinero proveniente de la corrupción a la vista de todos. Cuando debía responder por su actuaciones, realizó un acuerdo con la Fiscalía en el que a cambio de delatar a cómplices de sus delitos no pone un píe en la cárcel, debe devolver apenas una parte de lo robado y circula por Bogotá con caravanas de escoltas que lo protegen. En menos de un lustro, saldrá nuevamente a las calles con pena cumplida, fortuna lavada y chequera lista para continuar su actividad. Robar, delatar y disfrutar. Los verbos que conjugan los delincuentes mientras se burlan de una sociedad cada vez más inerme. Menos mal tenemos con Fiscal General a un individuo que ha dedicado su vida a perseguir el crimen. Solo mentes perversas podrían identificar un conflicto de intereses entre su labor como abogado litigante que recibió más de cuatro mil millones de pesos por interponer unas demandas ante el contencioso administrativo en representación de Saludcoop y su oficio como Fiscal General, en el cual su entidad debería investigar los presuntos delitos cometidos en esa entidad. Pusimos al ratón a cuidar el queso.

P.D. Y siguiendo con lo anterior, a un año del escándalo de Interbolsa, sus artífices y beneficiarios siguen almorzando y departiendo libremente en los mismos sitios que frecuenta Tapia.