viernes, 10 de octubre de 2014

La justicia en épocas de Montealegre

Pareciera que la única forma  en que  la Fiscalía General de la Nación actúa de manera ágil y contundente es cuando los investigados son contradictores del megalómano hombrecillo que preside esa dependencia. Los procesos contra Sandra Morelli y Pablo Bustos son una prueba de ello. Mientras el ente acusador gasta su tiempo en tan importantes expedientes, los delincuentes que realizan estafas masivas tipo Interbolsa o defraudaciones millonarias estilo Saludcoop no son llamados a responder por sus delitos. Han sido tan pobres las acciones de la fiscalía en los últimos años que en todos los procesos que han sido publicitados ha tenido resultados negativos. Desde el falso positivo contra Siguifredo López hasta la sentencia absolutoria de Carlos Cárdenas, el sello de esta fiscalía es el fracaso.
A la feria de contrataciones con objetos superfluos denunciada por El Espectador, se suma la constante aparición del jefe de la entidad en los medios de comunicación haciendo las veces de vocero del Gobierno para impulsar normas de punto final para los guerrilleros que participan en el proceso de paz. En las últimas semanas, ha aumentado su apuesta proponiendo un proceso de desmovilización de las bandas criminales, eufemismo que utilizamos para designar a grupos de asesinos que extorsionan y chantajean a placer en diversas partes del país. En lugar de perseguir a los delincuentes, ésta fiscalía se dedica a idear fórmulas para que sus penas sean bajas o inexistentes.
El abogado de Saludcoop en su forma de proceder es  un discípulo adelantado de su maestro, del cual fue viceprocurador en un cuatrenio en que dicha entidad la única sanción importante que impuso contra Leonor Serrano de Camargo,  gobernadora de Cundinamarca fue luego declarada nula por el Consejo de Estado.
Los casos por los desfalcos a la Dirección Nacional de Estupefacientes se estancaron de manera indefinida mientras que la única preocupación del fiscal en la impresentable reforma de poderes que se tramita en el Congreso es mantener un fuero que le permita actuar sin ningún tipo de preocupaciones.

Montealegre es el fiel representante de la forma en que se ejerce el derecho en la Colombia actual donde imperan las influencias y las intrigas por encima del derecho y  las normas. La justicia en Colombia depende del grado de influencia que tenga el encartado y su abogado. Por eso, son tan diferentes los destinos de un ladrón de gallinas y del representante legal de una institución de salud acusada de robar 1,4 billones de pesos. El primero es condenado a cárcel y el segundo vive cómodamente en Miami. Este es el clima propicio para que figuras como Montealegre, ayer abogado de defraudadores y hoy fiscal que solo propone medidas que favorecen los delincuentes sean quienes manejan la justicia en Colombia.  Es lo que da la tierra.