jueves, 26 de mayo de 2016

Impunidad y proceso de paz.

Las imágenes del exalcalde de Bogotá Samuel Moreno en el centro de la ciudad en saco y corbata con un sobre en la mano sin señal alguna de ser un delincuente condenado a 18 años de cárcel sorprendieron hace algunas semanas en las redes sociales. Horas después de la divulgación del video, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario -Inpec- expedía un comunicado en el cual informaba que el "doctor" Moreno se encontraba atendiendo requerimientos judiciales y por ello había sido trasladad a ese sector de la ciudad.  En cuestión de meses el exalcalde estará pagando su condena en su casa debido a alguna enfermedad a la cual el Inpec no pueda dar tratamiento. Por cuenta de la obesidad y la depresión un juez de ejecución de penas acaba de darle la casa por cárcel a Miguel Nule. Su hermano  Guido ya tenia este beneficio, el cual disfruta a pocas cuadras de Silvia Guette en un exclusivo sector de la ciudad de Barranquilla.  En Medellín, Rodrigo Jaramillo pagar su condena por los delitos cometidos en Interbolsa desde la incomodidad de su casa. Entretanto, los confidenciales de la Revista Semana informan periódicamente lo satisfecho que se encuentra en la prisión Victor Maldonado, quien luego de hacer periódicamente ejercicio en el gimnasio del penal asiste a alguna de las tres cocinas que existen el área BIP (bandidos importantes peligrosos) de la cárcel La Picota. Una de estas cocinas, distinguida por su excelencia gastronómica es manejada por el exsenador Alvaro García, condenado a 40 años de cárcel como autor intelectual de la masacre de Macapeyo en el departamento de Bolívar donde fueron asesinados 15 campesinos y 200 familias fueron desplazadas. La función de resocialización de la pena funciona de una manera fascinante en el sistema pena colombiano.  Estos días el confeso narcotraficante Marco Antonio Gil, alias " el papero" que lavó activos en cifra superior a los 300.000 millones de pesos obtuvo su libertad luego de tres años privado de su  libertad, de los cuales, la mitad los pasó en su humilde hogar.
 
Y lo anterior ocurre cuando nuestro sistema judicial actúa con toda severidad.  Existen casos más aberrantes como el de la cúpula de Saludcoop que luego de protagonizar el mayor escándalo de corrupción de la historia del país por las defraudaciones al sistema de salud no será llamada a responder por sus actuaciones. Su abogado, quien durante cuatro años envileció aun más -parecía imposible hacerlo-la Fiscalía General de la Nación no encontró ningún merito para acusarlos ante un juez por delito alguno.  En vista de eso, el Presidente Santos convocó un concurso público para elegir la terna que  presentaría a la Corte Suprema de Justicia para elegir Fiscal General. 155 ciudadanos presentaron su hoja de vida para el juicioso análisis del Presidente y éste eligió los mismos 3 candidatos que tenía en mente desde hace varios meses. Ahora, la Corte Suprema de manera expedita, al mejor ejemplo de nuestra justicia lleva un mes resolviendo los impedimentos de sus miembros, esperando la entrega de un informe del fiscal encargado y programando una audiencia en que los 3 aspirantes expongan los planes de trabajo del ente acusador para la etapa del postcoflicto. (El candidato más opcionado de la terna, quien lleva más de un año en campaña por todas las cañerías institucionales de la república tiene más impedimentos que conocimientos en derecho penal. Los Palacinos de los diferentes sectores de la economía que son clientes de nuestro futuro fiscal respiran aliviados.) La elección que debía realizarse en un par de sesiones de la Corte lleva más de un mes con tendencia a demorarse mientras los magistrados de la Corte Suprema "analizan" las hojas de vida y propuestas de los candidatos. Da risa solo de escribirlo.
 
Uno de los argumentos principales para oponerse al proceso de paz con las farc es la impunidad. La falta de comparecencia de los  lideres de las farc a los tribunales para responder por sus crímenes es considerada inadmisible por algunos sectores. Compartiría esa posición si en Colombia existiera un sistema judicial ágil, respetable y confiable. Por el contrario, la impunidad es nuestra regla y cuando algún hampón de alto turmequé es procesado y condenado termina pasando sus días en la cárcel con mayor comodidad que cuando estaba en libertad. Solo aquí masacradores termina de admirados chefs o estafadores pagan sus penan en sus casas rodeados de lujos y sin responder a sus victimas. ¿Queremos procesar a los sexagenarios lideres guerrilleros para que acaben sus días en "departamentos" por cárcel o de sous chef de otros delincuentes?  ¿Estamos perdiendo algún valor fundamental en la sociedad por no llevar a juicio a unos tipos a los que todos consideramos culpables?  Si el costo de la desmovilización de las farc es que sus jefes no sean judicializados, bienvenido. Tan lamentable es el final de unas guerrillas de más de medio siglo de existencia que su única pretensión real es que sus líderes no terminen presos. La batalla la perdieron las farc por su arrogancia y cinismo hace muchos años. A nadie importan sus ideas ni mucho menos sus propuestas. Este final se da por cansancio de la sociedad pero no por convencimiento de las pureza de su alzamiento en armas de los sesenta. En un país sin justicia , fundamentar en la falta de ella la oposición para no firmar un tratado de paz es un delito de lesa humanidad.