lunes, 31 de octubre de 2016

Los escoltas de Ordoñez


El señor Alejandro Ordoñez Maldonado, exprocurador General de la Nación cuya segunda elección fue declarada nula por el Consejo de Estado después de un tormentoso trámite de varios años en los cuales el devoto jurista dedicó sus mejores esfuerzos a dilatar y enredar el proceso en su contra tenía a su disposición y la de su familia únicamente 16 carros blindados con más de 70 personas dedicadas a garantizar su seguridad. Las funciones de la Procuraduría no incluyen la acusación y persecución de delincuentes pues esa tarea la “cumple” la fiscalía general de la nación. El procurador es un representante de la sociedad que vigila el cumplimiento de la Constitución, defiende los intereses colectivos y es la suprema  autoridad en materia disciplinaria de los servidores públicos. Durante sus dos periodos como procurador, Ordoñez dedico su energía a imponer sus creencias religiosas  y sus doctrinas personales sobre el resto de los ciudadanos, destacándose por su persecución a las minorías en contravía del espíritu de la Constitución de 1991.
Los medios de comunicación informan desde la semana anterior que el ahora político Ordoñez suscribió un acto administrativo para mantener intacto su sobrio esquema familiar de seguridad hasta el año 2020. Luego de que se hicieran públicos los documentos mediante los cuales el exprocurador se había favorecido a sí mismo asegurándose un contingente de seguridad por cuatro años propio de Alejandro VI, con su amabilidad habitual manifestó que si era mucho inconveniente le quitaran su custodia pues él era protegido por fuerzas metafísicas.
El asunto de fondo no es que Ordoñez conserve o no su numerosa escolta. Es el abuso del poder en que sin rubor alguno incurren servidores públicos en Colombia a diario. ¿Cuántos exfuncionarios civiles y militares conservan de manera perpetua esquemas de seguridad que terminan como misión principal acompañando a las esposas de los ex a hacer mercados?
Los esquemas de seguridad pagados por el Estado y algunas veces por entidades privadas se  convirtieron en un accesorio de primera necesidad para arribistas y personajes del jeep set criollo que entienden que su nivel de importancia social es proporcional al número de escoltas y carros se seguridad que les abran paso. Causa risa el caso de individuos que únicamente están amenazados por sus propias acciones pero viven rodeados de escoltas que garantizan su vida de los múltiples criminales que quieren ponerle fin a su preciada existencia. Más risa causa ver a los seguidores de Ordoñez justificando su abuso en las declaraciones del delincuente Popeye, homicida oscuro y siniestro quien aumenta sus seguidores en redes sociales con sus lúcidos pronunciamientos sobre este y otros temas. Muy pocos argumentos deben tenerse para fundamentar una petición en los dichos de uno de los sicarios de Pablo Escobar.
Mientras se van descubriendo los abusos de personajillos de la talla de Ordoñez, el país completa un mes después del plebiscito que no respaldo el acuerdo final con las farc. Cada vez es más evidente que ninguna de las dos partes tenía un plan b y en la marcha ambas improvisan una posición que oculte su falta de planificación. Mientras tanto, nuestros políticos dedicados a los que más les gusta: campañas y puestos. Vargas Lleras, el único precandidato que ha tenido la oportunidad de manejar a su antojo tres ministerios en la época anterior a su elección inunda la prensa con sus “realizaciones” en todo el país y se enfrenta al gobierno al que pertenece por la reforma tributaria. El papá del Director de Planeación, celebra con el papa de Horacio el Concejal de Bogotá y el papá del Director de la Agencia Nacional de Tierras  la llegada a la Procuraduría del exministro de Gaviria y Santos, el doctor Fernando  Carrillo, indicando que es una conquista del glorioso partido liberal que de esta manera vuelve a apoderarse del Ministerio Público. En el Centro Democrático, los tres aspirantes a muñeco del jefe se pelan por salir en las fotos cerca del colombiano del siglo.  El partido conservador derrotado en las justas por la Procuraduría intenta posicionar a sus candidatos para el 2018.

Todos desde sus carros blindados y con escoltas pagados por los contribuyentes enfocan su interés a lo único que les importa: los puestos y los contratos.  Lo demás no tiene ninguna relevancia. Gane el que gane en año y medio ellos seguirán con sus esquemas de seguridad gobernando a Colombia con completa impunidad.

lunes, 3 de octubre de 2016

Bienvenidos al pasado

En su declaración tras los resultados del plebiscito el exprocurador y candidato presidencial Alejandro Ordoñez indicaba que “ Colombia defiende a la familia y a nuestros niños.” Minutos después el ganador de la jornada, el expresidente y senador Alvaro Uribe en la lectura de un comunicado que parecía el triunfo de su partido en la tercera vuelta presidencial manifestaba que “Reiteramos nuestro respeto a la libertad, a la intimidad de cada ciudadano y reiteramos la necesidad de estimular los valores de la familia sin ponerla en riesgo. Los valores de familia defendidos por nuestros líderes religiosos y pastores morales.”
¿Cuándo se negociaron los valores de la familia en el acuerdo final de la terminación del conflicto entre el Gobierno de Colombia y las farc? Pareciera que más de un votante desinformado se opuso al acuerdo en aras de la salvación de la sagrada familia entre hombre y mujer que peligraba por los acuerdo de La Habana. Al contrario de la idea vendida por algunos jerarcas católicos y otros pastores protestantes sobre la depravación que azotaría Colombia por cuenta del cumplimiento de lo acordado, las farc son un ejemplo de organización machista donde la mujer no tiene cabida en puestos de mando y su papel no pasa de ser de acompañante de los hombres la organización armada. Ahora, hablar de ideología de género en las farc o en el acuerdo en general es lo mismo que hablar de modestia en Uribe o Santos. Es algo inexistente. No obstante lo anterior, ese argumento fue exhibido con seriedad por grupos religiosos que consideran que sus verdades de fe deben ser el faro que guíe a una sociedad en un país que parece querer regresar al pasado.
La Conferencia Episcopal  invitó a los colombianos a participar en el plebiscito con un voto informado y a conciencia, sin  tomar posición alguna por el sí o por el no. Contrasta esta posición con la adoptada en el plebiscito de 1957, cuando colaboró de manera decidida en el arrollador triunfo del sí que instauró el frente nacional. También es bueno recordar que la contraprestación por ese desinteresado apoyo fue la reforma del preámbulo de la Constitución, el cual rigió hasta 1991 y que era del siguiente tenor: “En nombre de Dios fuente suprema de toda autoridad y con el fin de afianzar la unidad nacional, una de cuyas bases es el reconocimiento hecho por los partidos políticos de que la Religión Católica, Apostólica y Romana es la de la Nación y que como tal los poderes públicos la protegerán y harán que sea respetada como elemento esencial del orden social; y para asegurar los bienes de la justicia, la libertad y la paz, el pueblo colombiano en plebiscito nacional Decreta:” Pareciera que en esta oportunidad al no estar en juego una reforma de la entidad de la realizada en 1957 sino únicamente la terminación del conflicto con la guerrilla más antigua del continente no valía la pena apoyar el sí en el plebiscito. Antes de 1991, celebraciones religiosas como el tedeum no eran de una confesión religiosa sino que eran propias de la religión de la nación que era un elemento esencial del orden social. Algo parece haber cambiado desde hace 25 años.
No teniendo intereses propios que defender la Iglesia Católica dejó a su suerte el plebiscito que buscaba apoyar los acuerdos para la terminación del conflicto con las farc. Los grupos cristianos alarmados por la presunta ideología de género promovida por una Ministra homosexual cerraron filas en torno a la reconstrucción moral de Colombia que comenzara el día que sea votado el referendo que busca constitucionalizar el principio según el cual solo un hombre y una mujer pueden ser adoptantes promovido por la senadora “liberal” Vivián Morales y cuya vocería recae sobre su esposo Carlos Alonso Lucio quien en todo un ejemplo de conversión  al pasar de ser guerrillero, asesor de paramilitares y expresidiario  a líder moral y evangélico de Colombia.  Y en río revuelto, ganancia de pescadores. Uribe, el fenómeno político de inicios de este siglo en Colombia hizo propias las preocupaciones de estos grupos religiosos y en comunión con sofistas de la talla de Ordoñez hicieron profecías relacionadas con que la aprobación del acuerdo era la boleta de entrada al comunismo ateo que nos llevaría a la perdición. 

Más allá de la incertidumbre por el limbo en que entra Colombia por los resultados del plebiscito resulta preocupante el resurgimiento de intolerantes grupos religiosos que quieren incorporar a la ley sus dogmas tratando de enterrar los pocos  avances que en materia de pluralismo y laicismo se han  logrado en los últimos lustros. La historia del siglo XIX y parte del siglo XX cuenta guerras auspiciadas por creyentes que pensaron que Iglesia y Estado son lo mismo. Cuando se pensaba que se había superado esta oscura etapa, palabras como tradición, verdad y mayoría vuelven a aparecer en el ambiente y sirven de fundamento para ir por los derechos de la minoría. Ante un Congreso con tan bajo perfil y partidos sin doctrina, la Corte Constitucional se convierte en el último guardián de los derechos de los excluidos. Ojala tenga la fortaleza para resistir esta nueva cruzada de católicos y cristianos. Sería digna de un tedeum.