jueves, 25 de mayo de 2017

La pesadilla de un proceso judicial en Colombia


Por estos días se discute sobre la operatividad que tendrá la Justicia Especial para la Paz (JEP), instrumento creado en las negociaciones con la farc mediante el cual guerrilleros, militares e incluso civiles confesaran los delitos cometidos durante el conflicto armado. Los sectores que critican los acuerdos alcanzados con las farc indican que el mecanismo creado propicia la impunidad y no permite la aplicación de justicia.
Se debaten estos asuntos mientras durante décadas se ha dado la espalda a los inconvenientes de la “justicia ordinaria”. Los padecimientos que sufre un ciudadano cuando debe acudir a solucionar un asunto ante cualquier jurisdicción en Colombia en términos de tiempo y resultados desestimulan la confianza en el Estado y se convierten en el principal rezago en término de competitividad de Colombia. ( En el último Doing Business, en el acápite de cumplimiento de contratos, Colombia  quedó en el puesto 174  entre 190 países)
Ejerciendo la profesión de abogado en la ciudad de Barranquilla comparto las siguientes tres perlas que ilustran, entre otras cosas. la distancia entre la teoría y la práctica de las reformas procesales de los últimos lustros y la ineficiencia de la administración de la rama judicial, de la cual solo parecen beneficiarse los políticos que de la noche a la mañana acaban convertidos en magistrados que administran los recursos del poder judicial.
1-Cuatro horas para radicar una demanda.
Uno de los ejercicios que debe realizar regularmente un litigante es acudir a la Oficina Judicial a radicar una demanda. En Barranquilla esta tarea se realiza en el primer piso del palacio de Justicia. Sus puertas abren a las 7:00 am. Se entrega un número previa pregunta por parte del celador si se trata de más de cinco demandas en cuyo caso se entrega una numeración diferente. Hacia las 7:20 las sillas dispuestas en el lugar para esperar pacientemente el llamado del funcionario de turno son ocupadas en su totalidad, por lo cual las personas que lleguen después de esa hora deben esperar de píe el llamado a entregar los respectivos documentos.  Con el turno 40 entregado a las 7:14 a.m., un experimentado vendedor de puestos me dice que puedo volver en tres horas para ver cuantos turnos faltan. Pensando en un chiste para el cachaco, desecho tal posibilidad y comienzo la espera. Sobre las 9:00 a.m. los turnos no han llegado al 20 y observo como los abogados más “tesos” con una sonrisa dejan expedientes que son recogidos algunos minutos después con el reparto realizado. De igual manera, algunos de quienes piden el turno para cinco expedientes comienzan a buscar afanados para los tres cupos que les quedan en su turno. Adicionalmente los tramitadores profesionales de turnos realizan la oferta del turno 22 pa” que no tenga que esperar más. Mientras ello ocurre, la temperatura del lugar aumenta de manera importante, situación que aunada a la crispación general de todos los ciudadanos en espera desemboca en discusiones de todo tipo. Sobre las 9:45 am un ciudadano de pelo canoso con voz altisonante reclama la atención para los miembros de la tercera edad.  Después de una agría discusión es llamado a una ventanilla para atender su requerimiento. A los pocos segundos llega su abogado que no debe pasar los 30 años y debe realizar la presentación personal de la demanda. En ese momento varios de mis compañeros de infortunio reclaman airados que se atienda al “anciano” que se coló para autenticar la firma de su joven representante. Después de rechiflas y comentarios el avivato triunfa y tramita en cinco minutos lo que otros llevamos esperando tres horas. Cuando son las 10:00 se ubica a mi lado un señor que viene a poner una tutela  para solicitar a su EPS unos medicamentos para un tratamiento que requiere. Tiene el turno 121 y me pregunta si consideró que pasara antes de las doce del día. Le comento que voy a completar tres horas de espera y apenas van por el turno 30, razón por la cual le recomiendo madrugar a hacer fila el día siguiente para garantizar que pueda radicar el documento. Finalmente, a las 10:38 es llamado el turno 40. Antes de que me reciban los documentos se tramita un expediente de un “teso” que hace unos minutos mientras mandaba saludos del Padre entregó una demanda. Después de 220 minutos de espera la opción de pelear por una pronta y cumplida labor no esta en mis planes. Entregó la demanda y a las 10:47 am ha sido repartida a uno de los juzgados laborales de la ciudad. El procedimiento solo ha demorado 3 horas y media. La sala de espera sigue igual de atestada que a la siete de la mañana.
2-La notificación.
La reforma al régimen de notificaciones que permite el envío de citatorios y avisos de notificación mediante una empresa postal buscaba agilizar este trámite que antiguamente se encontraba en cabeza del notificador. Este sistema que lleva varios lustros de aplicación no ha llegado a los juzgados laborales de Barranquilla. La figura del notificador sigue existiendo. De esta manera, el funcionario encargado por cada despacho de adelantar tal tarea recibe el dinero de la notificación y se encarga de enviar citatorios y notificaciones por aviso. El costo de este procedimiento tiene una tarifa superior al costo del envío por una empresa postal del 100 al 150 por ciento dependiendo del destino al que se envíe la notificación.
El notificador sigue existiendo, solo que ahora en lugar de realizar su labor personalmente, se encarga de enviar por la empresa postal los citatorios y notificaciones con un extra pa la gaseosa. Bueno y ¿Qué pasa si el abogado exige que se dé cumplimiento a la norma y envía el citatorio? Sencillo. Si entra en esa discusión, puede lograr enviar el citatorio por sus medios pero garantizara que el proceso ingrese al despacho para fijación de audiencia pública para el Mundial de Qatar en 2022. Esta práctica repetida pública se ha convertido en una costumbre de obligatorio cumplimiento y osar incumplirla solo trae perjuicios para el abogado y la parte que representa.
3-La segunda instancia
La segunda instancia de los procesos laborales es competencia del Tribunal Superior de Distrito Judicial de la ciudad de Barranquilla ubicado a cinco cuadras del palacio de justicia al frente de unos moteles que ofrecen sus servicios las 24 horas del día.
Al preguntar por un proceso en el cual había sido apelada la sentencia el pasado 3 de mayo y no encontrar ninguna noticia del mismo fui enterado que desde el pasado 17 de abril de este año, la Oficina Judicial ( la misma donde se radican las demandas) resolvió no enviar más expedientes al Tribunal debido a que no cuenta con instrumentos para hacer su trabajo. De esta manera, además de la acumulación de expedientes para trámites de segunda instancia  desde hace 40 días, en la práctica se presenta una suspensión del servicio esencial de la administración de justicia sin que a nadie le importe. Y ¿Cuándo considera que se reanudarán los envíos de expedientes, señorita? Respuesta: Eso si ni que fuera adivina. Cuando el Consejo Superior cumpla con la Oficina Judicial.  Es en la práctica un paro indefinido de la segunda instancia que ni importa sino a los desdichados ciudadanos que deben acudir a esas instancias a resolver sus diferencias.


El asunto no es la oralidad ni los precedentes ni tampoco la justicia transicional. Una “justicia” lenta y caprichosa solo beneficia a quienes sistemáticamente incumplen la ley, pues garantizan que sus acciones no serán castigadas. El “nuevo país” que tanto se promulga ha comenzado en ésta época debía comprometerse con una justicia eficiente y sería. Lástima que sean solo deseos. Hoy la Corte Suprema de Justicia, escenario de la designación de ternas para diferentes cargos públicos se demora meses poniéndose de acuerdo en los nombres de los mismos por las peleas politiqueras que se tomaron esa otrora respetable institución. Si para designar una terna o un remplazo se demoran un semestre que podrá esperar un ciudadano que deba aguardar una decisión de un recurso de casación.