Por estos días se discute
sobre la operatividad que tendrá la Justicia Especial para la Paz (JEP),
instrumento creado en las negociaciones con la farc mediante el cual
guerrilleros, militares e incluso civiles confesaran los delitos cometidos
durante el conflicto armado. Los sectores que critican los acuerdos alcanzados
con las farc indican que el mecanismo creado propicia la impunidad y no permite
la aplicación de justicia.
Se debaten estos asuntos
mientras durante décadas se ha dado la espalda a los inconvenientes de la
“justicia ordinaria”. Los padecimientos que sufre un ciudadano cuando debe
acudir a solucionar un asunto ante cualquier jurisdicción en Colombia en
términos de tiempo y resultados desestimulan la confianza en el Estado y se
convierten en el principal rezago en término de competitividad de Colombia. (
En el último Doing Business, en el acápite de cumplimiento de contratos,
Colombia quedó en el puesto 174 entre 190 países)
Ejerciendo la profesión de
abogado en la ciudad de Barranquilla comparto las siguientes tres perlas que
ilustran, entre otras cosas. la distancia entre la teoría y la práctica de las
reformas procesales de los últimos lustros y la ineficiencia de la
administración de la rama judicial, de la cual solo parecen beneficiarse los
políticos que de la noche a la mañana acaban convertidos en magistrados que
administran los recursos del poder judicial.
1-Cuatro
horas para radicar una demanda.
Uno de los ejercicios que debe
realizar regularmente un litigante es acudir a la Oficina Judicial a radicar
una demanda. En Barranquilla esta tarea se realiza en el primer piso del
palacio de Justicia. Sus puertas abren a las 7:00 am. Se entrega un número
previa pregunta por parte del celador si se trata de más de cinco demandas en
cuyo caso se entrega una numeración diferente. Hacia las 7:20 las sillas
dispuestas en el lugar para esperar pacientemente el llamado del funcionario de
turno son ocupadas en su totalidad, por lo cual las personas que lleguen
después de esa hora deben esperar de píe el llamado a entregar los respectivos
documentos. Con el turno 40 entregado a
las 7:14 a.m., un experimentado vendedor de puestos me dice que puedo volver en
tres horas para ver cuantos turnos faltan. Pensando en un chiste para el
cachaco, desecho tal posibilidad y comienzo la espera. Sobre las 9:00 a.m. los
turnos no han llegado al 20 y observo como los abogados más “tesos” con una
sonrisa dejan expedientes que son recogidos algunos minutos después con el reparto
realizado. De igual manera, algunos de quienes piden el turno para cinco
expedientes comienzan a buscar afanados para los tres cupos que les quedan en
su turno. Adicionalmente los tramitadores profesionales de turnos realizan la
oferta del turno 22 pa” que no tenga que esperar más. Mientras ello ocurre, la
temperatura del lugar aumenta de manera importante, situación que aunada a la
crispación general de todos los ciudadanos en espera desemboca en discusiones
de todo tipo. Sobre las 9:45 am un ciudadano de pelo canoso con voz altisonante
reclama la atención para los miembros de la tercera edad. Después de una agría discusión es llamado a
una ventanilla para atender su requerimiento. A los pocos segundos llega su
abogado que no debe pasar los 30 años y debe realizar la presentación personal
de la demanda. En ese momento varios de mis compañeros de infortunio reclaman
airados que se atienda al “anciano” que se coló para autenticar la firma de su
joven representante. Después de rechiflas y comentarios el avivato triunfa y
tramita en cinco minutos lo que otros llevamos esperando tres horas. Cuando son
las 10:00 se ubica a mi lado un señor que viene a poner una tutela para solicitar a su EPS unos medicamentos
para un tratamiento que requiere. Tiene el turno 121 y me pregunta si consideró
que pasara antes de las doce del día. Le comento que voy a completar tres horas
de espera y apenas van por el turno 30, razón por la cual le recomiendo
madrugar a hacer fila el día siguiente para garantizar que pueda radicar el
documento. Finalmente, a las 10:38 es llamado el turno 40. Antes de que me
reciban los documentos se tramita un expediente de un “teso” que hace unos
minutos mientras mandaba saludos del Padre entregó una demanda. Después de 220
minutos de espera la opción de pelear por una pronta y cumplida labor no esta
en mis planes. Entregó la demanda y a las 10:47 am ha sido repartida a uno de
los juzgados laborales de la ciudad. El procedimiento solo ha demorado 3 horas
y media. La sala de espera sigue igual de atestada que a la siete de la mañana.
2-La
notificación.
La reforma al régimen de
notificaciones que permite el envío de citatorios y avisos de notificación
mediante una empresa postal buscaba agilizar este trámite que antiguamente se
encontraba en cabeza del notificador. Este sistema que lleva varios lustros de
aplicación no ha llegado a los juzgados laborales de Barranquilla. La figura
del notificador sigue existiendo. De esta manera, el funcionario encargado por
cada despacho de adelantar tal tarea recibe el dinero de la notificación y se
encarga de enviar citatorios y notificaciones por aviso. El costo de este
procedimiento tiene una tarifa superior al costo del envío por una empresa
postal del 100 al 150 por ciento dependiendo del destino al que se envíe la
notificación.
El notificador sigue
existiendo, solo que ahora en lugar de realizar su labor personalmente, se
encarga de enviar por la empresa postal los citatorios y notificaciones con un
extra pa la gaseosa. Bueno y ¿Qué pasa si el abogado exige que se dé
cumplimiento a la norma y envía el citatorio? Sencillo. Si entra en esa
discusión, puede lograr enviar el citatorio por sus medios pero garantizara que
el proceso ingrese al despacho para fijación de audiencia pública para el
Mundial de Qatar en 2022. Esta práctica repetida pública se ha convertido en
una costumbre de obligatorio cumplimiento y osar incumplirla solo trae
perjuicios para el abogado y la parte que representa.
3-La
segunda instancia
La segunda instancia de los
procesos laborales es competencia del Tribunal Superior de Distrito Judicial de
la ciudad de Barranquilla ubicado a cinco cuadras del palacio de justicia al
frente de unos moteles que ofrecen sus servicios las 24 horas del día.
Al preguntar por un proceso en
el cual había sido apelada la sentencia el pasado 3 de mayo y no encontrar
ninguna noticia del mismo fui enterado que desde el pasado 17 de abril de este
año, la Oficina Judicial ( la misma donde se radican las demandas) resolvió no
enviar más expedientes al Tribunal debido a que no cuenta con instrumentos para
hacer su trabajo. De esta manera, además de la acumulación de expedientes para
trámites de segunda instancia desde hace
40 días, en la práctica se presenta una suspensión del servicio esencial de la
administración de justicia sin que a nadie le importe. Y ¿Cuándo considera que
se reanudarán los envíos de expedientes, señorita? Respuesta: Eso si ni que
fuera adivina. Cuando el Consejo Superior cumpla con la Oficina Judicial. Es en la práctica un paro indefinido de la
segunda instancia que ni importa sino a los desdichados ciudadanos que deben
acudir a esas instancias a resolver sus diferencias.
El asunto no es la oralidad ni
los precedentes ni tampoco la justicia transicional. Una “justicia” lenta y
caprichosa solo beneficia a quienes sistemáticamente incumplen la ley, pues
garantizan que sus acciones no serán castigadas. El “nuevo país” que tanto se
promulga ha comenzado en ésta época debía comprometerse con una justicia
eficiente y sería. Lástima que sean solo deseos. Hoy la Corte Suprema de
Justicia, escenario de la designación de ternas para diferentes cargos públicos
se demora meses poniéndose de acuerdo en los nombres de los mismos por las
peleas politiqueras que se tomaron esa otrora respetable institución. Si para designar
una terna o un remplazo se demoran un semestre que podrá esperar un ciudadano
que deba aguardar una decisión de un recurso de casación.