sábado, 16 de marzo de 2019

Elecciones 2022: La campaña de cuatro años



La recuperación de la favorabilidad del presidente Duque como consecuencia de su postura ante el atentado terrorista contra la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander realizado por el ELN en el cual fueron asesinados 23 miembros de la institución y el “liderazgo” asumido ante la situación de Venezuela han permitido al presidente encontrar el espacio que estaba buscando desde su posesión hace más de siete meses.

Ante la positiva respuesta de la opinión a sus posiciones fuertes, ha resuelto aumentar la apuesta, situación que explica las objeciones a la ley estatutaria de la justicia especial para la paz y la presentación de un plan de desarrollo en el cual las palabras reforma agraria y conflicto no existen. Duque renunció a las formas conciliadoras que mostró al inició de su gobierno y resolvió apostar a la polarización con el guiño de su padrino. Las decisiones de las últimas semanas confirman que la marca de su cuatrenio será la obediencia al propietario del partido que hace un lustro lo hizo senador y hace un año presidente. Para saber los temas prioritarios en este gobierno no deben mirarse documentos oficiales ni mucho menos intervención de ministros, en su gran mayoría desconocidos para los ciudadanos. Basta mirar el twitter del senador Alvaro Uribe, quien se ha dado el lujo incluso de comunicar decisiones del ejecutivo antes que su mandatario en la casa de Nariño.
Los temas de la agenda de los próximos tres años, hasta la elecciones de 2022 es sencilla: Consiste en mantener crispada toda la opinión pública con las mismas discusiones de los últimos tres años que han permitido el triunfo del plebiscito y de las últimas elecciones. Por ello, vía reformas constitucionales se busca hacer unos “retoques” a los acuerdos logrados. Todos aquellos que no estén de acuerdo con el tenor de esas modificaciones solo quieren que Colombia termine en las mismas condiciones de Venezuela, razón por la cual, se hace indispensable recordar diariamente y en extenso la situación del vecino país y resaltar que todas las medidas que adopta el Gobierno tiene como fin evitar que nos convirtamos en otra Venezuela. Para que el relato pueda mantenerse en el tiempo y el riesgo pueda sentirse próximo, se requiere un antagonista que haga sentir como real esa posibilidad. Y allí aparece Gustavo Petro, un líder megalómano quien está siempre listo a formar coaliciones que lo apoyen. La candidatura de Petro en 2022 es la garantía de la continuidad de los mandatarios de Alvaro Uribe en el poder hasta 2026.

Aunque pareciera muy temprano para hablar de estas cosas, el asunto es que el gobierno de Duque será una larga campaña hasta las elecciones de 2022. Comenzando por su canciller candidato quien desea poder llegar a la presidencia con la cabeza de Maduro en sus manos  pasando por la Senadora Valencia que se encargara en adelante de “enfrentar” a los miembros del partido de la farc en cuanto escenario encuentre para registrar en los medios. Todos piensan que estuvieron muy cerca de llegar a la presidencia en las pasadas elecciones y que si pueden mantener la actual polarización con el mismo discurso y con la posibilidad que el candidato opositor sea el mismo que nunca podrá completar la mitad más uno de los votos, la elección la deben ganar desde ahora y no en 2022.

En este panorama, todas las decisiones y discusiones que se producen van en ese sentido. Hoy, el tema son los sagrados derechos de los niños que fueron vulnerados en el conflicto armado por miembros de la farc. Poco recuerdan que hace unos años, un monstruo como Hernán Giraldo, culpable de todos los crímenes imaginables contra menores de edad era extraditado para que respondiera por narcotráfico por los mismos a quienes hoy les preocupan tanto esos derechos. Un conflicto armado de seis décadas donde se cometieron incontables e inenarrables sucesos contra toda la población civil deja unas secuelas imborrables en el tejido social. Como sociedad parecía que habíamos escogido la opción de parar el mismo y evitar más asesinatos y violaciones de menores de edad. La verdad es que una parte importante de la población no comparte esa decisión y no desea honrar la palabra del Estado empeñada en los textos firmados. Quienes llegaron al poder tenían la opción de actuar como Jefes de Estado y cumplir compromisos adquiridos para demostrar que ese estado de derecho del cual tanto nos ufanamos existe o, por el contrario, podían portarse como leguleyos y buscar una interpretación de la ley para justificar el incumplimiento de aquello que no comparten.

El compás de espera para saber cuál era la opción a elegir pasó y el gobierno del presidente Duque eligió la segunda opción. Con base a ello no cumple protocolos de terminación del proceso de negociación con el ELN porque esos compromisos no los realizó su gobierno, no incluye en el plan de desarrollo nada relacionada con reformas agrarias pactado en los acuerdos que pusieron fin al conflicto y dedica su mayor esfuerzo a dividirnos como sociedad en discusiones superadas. ¿ Y cuál es la razón de todo ello? El hambre de poder del caudillo de una parte y el viejo truco de mantenernos distraídos en discusiones intrascendentes mientras que Carrasquillas y compañías hacen sigilosamente los ajustes necesarios para favorecer los verdaderos dueños del juego.