lunes, 6 de abril de 2020

Colombia: Prioridades y Coronavirus


La “Colombia profunda” que tanto se mencionó por expertos en los últimos años con ocasión a la negociación de los acuerdos con las farc y que hacía referencia a ese sector olvidado y marginado del país donde la falta de recursos y la pobreza sobresalían en medio de la escasez de servicios básicos no quedaba solo al sur ni tampoco se limitaba al campo. Con ocasión de la crisis ocasionada por el coronavirus, se ha constatado que la Colombia profunda está ubicada en nuestras ciudades, pero con gran habilidad hemos podido evitar mirarla. No es un espacio físico lejano y deshabitado. Al contrario, en las ciudades con mayor densidad poblacional es donde se ha verificado la realidad de una población que vive del día a día sin posibilidad alguna de ahorro y que literalmente si no trabaja no come. Más que la publicitada solidaridad de tanto generoso buscador de beneficios tributarios, la situación debería ameritar alguna reflexión sobre la sociedad indolente que todos hemos construido. Tres temas para considerar:
1-Prioridades cosméticas: Este año la gran apuesta de Barranquilla era la cumbre del BID que se realizaría en marzo en la ciudad. Desde el mes de enero de este año, una de las consejeras presidenciales anunció por todos los medios una visita semanal de seguimiento para registrar el avance y terminación de la remodelación del Aeropuerto Ernesto Cortissoz. El presidente en febrero visitó de “sorpresa “ los avances de las obras y comprometió a los contratistas a su terminación antes de la cumbre del BID. Paralelo a lo anterior,  el 27 de febrero de 2020 el presidente “inspeccionó” las instalaciones del Aeropuerto El Dorado en Bogotá con la finalidad de revisar los “estrictos” controles que se aplicaban desde enero para verificar el estado de salud de los pasajeros provenientes del exterior.  (https://id.presidencia.gov.co/Paginas/prensa/2020/En-el-aeropuerto-El-Dorado-el-Presidente-Duque-inspecciono-los-protocolos-de-seguridad-para-prevenir-el-coronavirus-200227.aspx )
No hubo consejero ni funcionario que fuese designado para realizar seguimiento a los protocolos de seguridad del principal aeropuerto del país y por allí ingreso sin control alguno el virus. El 14 y 15 de marzo, Juan Lozano en Noticias RCN denunció la inexistencia de controles en la terminal aérea, situación que se sumaba a la indiferencia del Gerente del aeropuerto designado por la empresa concesionaria ante el tema. Solo después de la denuncia pública del periodista y ante la incredulidad de todos los ciudadanos se encargó alguien de revisar el asunto que debió ser la prioridad de la administración esas semanas. Tuvo mayor relevancia y seguimiento de nuestros autoridades el tema cosmético de la terminación de una remodelación de una terminal aérea que demostrara a los visitantes que vamos en camino al “primer mundo” que la observación del cumplimiento de los “protocolos” para ingreso al áis de los viajero provenientes de los países donde estaba expandiéndose la pandemia. ¿Quién estableció esas prioridades?
2-El Tamaño del Estado. El confinamiento de estas semanas y las próximas que se realicen lleva a revisar la existencia de una superestado con instituciones que no aportan nada al ciudadano del común. Contralorías, Personerías y Procuradurías, entidades que realizan –de manera deficiente- en últimas la misma actividad de control se han convertido desde hace décadas en verdaderas perforaciones de los presupuestos públicos con inexistentes beneficios. La Procuraduría General de la Nación, entidad politizada hasta la médula y en la cual los políticos luchan a codazo limpio por los nombramientos de sus familiares y amigos debido a sus salarios, es una entidad que debía tener los días contados. No solo es la intrascendencia de los conceptos de sus delegados en los procesos ante las  diferentes jurisdicciones sino sus politizados procesos disciplinarios, cuyos fallos nunca pasan a ser cosa juzgada y pueden ser revocados años después cuando se cambie la esquina política del Procurador de turno. El actual procurador quien habla, habla y habla al viento sin que nadie lo escuche ni obedezca es un buen ejemplo de ello. Sancionado por sus actuaciones como Ministro de Justicia en la administración Gaviria, luego de perder la anulación de su sanción ante los jueces contencioso administrativos, logró que el siniestro personaje que deshonro la Procuraduría y la Contraloría revocara lustros después su sanción para regresar convertido en el faro moral de la sociedad. Ni que decir de la Contraloría, regida en la actualidad por un desconocido cuya única preocupación en su periodo es crear más y más cargos inútiles para saciar el estómago de sus voraces electores que cobran el pago de su designación. Las Personerías y las Contralorías departamentales, distritales y municipales periódicamente demuestran su inutilidad. Se apilan en copie y pegue los informes anuales que por lo general suelen favorecer al auditado de turno al cual le deben su elección. Nadie controla nada. Pero eso sí, los salarios deben ser pagados cumplidamente por un Estado que debe priorizar ese gasto por encima de cualquier otro. Y así se podría continuar. No se trata de criticar a quienes laboran en esas entidades  sino de verificar que un Estado de bajos recursos no puede continuar multiplicándose con entes ineficientes y que no sirven para nada distinto que la voracidad de los políticos. Con la Fiscalía basta y sobra.
3-Salarios y Altos funcionarios: Los cuarenta salarios mínimos legales mensuales que en la actualidad gana un congresista en Colombia además de otros privilegios propios de su cargo son exagerados para un medio como el nuestro. A esa remuneración, que es la misma del más de centenar de jueces de nuestras múltiples altas cortes y que debido a diversas concesiones realizadas en gobiernos débiles y mendigantes de apoyo como el de Samper, ha promovido el aumento de salarios en diferentes instituciones y ha creado una élite burocrática que defiende a rabiar sus privilegios. Son los mismos, jueces y congresistas que mediante tutelas han perforado de todas las maneras el erario público para garantizar plácidos retiros a costa de recursos oficiales. Si ello tuviera relación alguna con el servicio que prestan podrían en algo justificarse esa diferencia con el ciudadano de a píe. Pero no hay tal, mientras los trabajadores de algunas industrias que apenas sobrepasan el mínimo deben acudir a su trabajo sin pausa ni confinamiento alguno, nuestros remunerados altos funcionarios no tienen las “herramientas” para trabajar desde su casa y dedicados a la lectura esperan que todo vuelva a la normalidad mientras descansan. En algunas jurisdicciones se siguen manejando los procesos como en el siglo pasado sin la menor posibilidad de conocer el expediente electrónico. No hay afán. Eso si, cualquier impuntualidad en pagos o la lucha incesante por primas por rendimiento, riesgo o cualquier otro concepto debe ser abonada ante la inminencia de un cese de actividades. En este paro obligado, los únicos que no hacen nada son los funcionarios judiciales y miembros del congreso, que son los mejor remunerados del país. Evidentemente existen excepciones, pero son eso, excepciones. Cuando se produzca la reapertura de los diferentes juzgados, en lo que queda del año la actividad única será la reprogramación de audiencias y la queja por el “colapso” de la justicia. Debido a su alta remuneración, desde hace algunos lustros algunos de esos cargos son ejercidos por funcionarios que deben entregar parte de lo suyo a su nominador o buscador de chanfa. Por eso, tanto "haiga" o "de que" en las entrevistas de tanto juez de cierre.  El país debe escoger en mediano o largo plazo si va a continuar pagando salarios de país desarrollado en un país en vías de desarrollo.
P.D. Saludo especial a todos, esperando que puedan cuidarse y cuidar a su familia de  momentos en los cuales debemos ser más solidarios que nunca.