El pasado 7 de agosto fueron
leídos dos discursos de contenido diferente en la ceremonia de posesión del
presidente de la República. Mientras Ernesto Macías, presidente del Congreso
realizó un “corte de cuentas” al gobierno anterior con un lenguaje y tono
propios de su partido, el presidente electo realizó una intervención en la cual
invitaba a dejar atrás los odios y proponía la construcción de un país entre todos
guiados por la “nueva generación” que llegaba al poder representada por él.
A pocos días de cumplirse dos
meses del nuevo gobierno, pareciera que la intervención que fijó la agenda
gubernamental fue la realizada por el Senador Macías, quien estableció como
ejes de la nueva administración la lucha contra las drogas “ con el apoyo de ese gran aliado de Colombia,
Estados Unidos, país con el que debemos fortalecer nuestras relaciones”, la
reforma al régimen de regalías para favorecer a las regiones productoras, el
respeto por la propiedad privada frente a reclamaciones de restitución, la dura
posición contra la dictadura venezolana, la modificación de los acuerdos de paz y el
combate a la amenaza terrorista debido a que en Colombia jamás existió
conflicto armado.
La designación de Pachito
Santos como embajador ante el gobierno de Estados Unidos cumple el primer
objetivo de acercarse a nuestro “gran
aliado” por intermedio de un funcionario presto a recibir órdenes de un
gobierno extranjero sin sonrojarse. El regreso a la “guerra” contra las drogas
y la necesidad de mostrar resultados prontos a su patrón dedicara buena parte
de la tarea del actual gobierno.
Como contraprestación por
volver su territorio nuevamente un área de guerra, el aliado apoya las
denuncias internacionales de Colombia contra la dictadura venezolana. Crispar
el ambiente con el vecino permite justificar la inclusión de generosas partidas
presupuestales para realizar “necesarios” gastos en defensa de billones de
pesos. Todo sea por protegernos de unos vecinos que mientras resuelven sus
problemas de hambre pueden optar por una estrategia de expansión territorial
que será contestada oportunamente por nuestro atlético Ministro de Defensa que
no distingue un fusil de un revólver.
Ya en el gobierno, los
enemigos del anterior proceso de paz comprendieron que para hacer trizas los
acuerdos no hacia falta modificarlos sino que el incumplimiento de los mismos
en aspectos como la reforma rural integral y la restitución de tierras
terminarían por liquidarlos. Para ello, el nombramiento de personajes de la
talla de Claudia Ortiz en la Agencia de Desarrollo Rural aseguran que los tales acuerdos no tendrán futuro
en este gobierno. A lo anterior se suma la queja permanente del gobierno de la
imposibilidad de cumplir los acuerdos por falta de fondos, lo que llevara a una
muerte lenta de los compromisos del proceso respaldada políticamente por los
partidos ayer santistas y hoy duquistas.
El gobierno no tiene control
sobre su partido que presenta reformas constitucionales sobre la JEP, la
composición de las Cortes y la inmunidad parlamentaria. Los compromisos
adquiridos por la consulta anticorrupción sufrirán un tijeretazo importante que
los convertirá en una propuesta aún más babosa que la reforma judicial
presentada por el ejecutivo.
Vargas Lleras, uribista 6
años, santista 7 años y medio y ahora nuevamente socio político de Uribe
impulsara el Ministerio de la Familia para que los comportamientos de las
gentes decente sean replicados con la excusa de unificar funciones de diversas
instituciones.
Y el presidente? El señor que
dirige la copia de los consejos comunitarios del perseguido expresidente Uribe
parece superado por la situación. En su afán de no quedar mal con nadie y de
vender una imagen de presidente fresco y familiar no tiene problema en decir
una cosa y hacer otra. Habla de meritocracia y llena la nómina del Ministerio
de Relaciones Exteriores de Angelinos. Habla de corrupción y mantiene a su
encartado Ministro de Hacienda. Habla de equidad pero su reforma tributaria
solo favorecerá a los empresarios.
En apenas dos meses del nuevo
gobierno ha quedado claro que el 7 de agosto de 2018 se marcó la agenda de los
próximos cuatro años regresando al país a situaciones y discusiones de hace 20
años. Para saber el norte de este gobierno hay que escuchar el discurso del
Presidente….pero del Senado.