Le tocó a Iván Duque salir a
responder por los resultados económicos y sociales de varias décadas en
Colombia. Llegando apenas a la tercera parte de su gobierno, el presidente debe
dar un timonazo que le permita recuperar la certeza que finalizara su periodo.
Hoy parece poco afortunada su decisión se dedicar las energías de su gobierno
al resurgimiento de la confrontación con grupos guerrilleros y su cruzada –cada
vez mas solitaria- contra la dictadura de Venezuela. Su política económica dirigida a “liberar” de
cargas impositivas a los empresarios para generar empleo dirigida por el
exministro de Hacienda de Alvaro Uribe no ha tenido el éxito esperado. Las
derrotas políticas sumadas en el año en el Congreso aunadas a la debacle
electoral del pasado octubre han tenido como consecuencia el envalentonamiento
de los viudos de la mermelada tipo Roy, quiens no tienen objetivo distinto a la
búsqueda de “consensos” donde el ejecutivo quede preso de unos legisladores que
buscan revancha ante la imposibilidad de direccionar gasto. La equivocada
selección de algunos de los miembros del gabinete, el cual en su gran mayoría
es invisible y desconocido para los ciudadanos evidencia la soledad del
mandatario,. Quienes ocupan las carteras más importantes son coetáneos de Uribe
y no del presidente, situación que ha
permitido la consolidación de una imagen desfavorable alta en la cual la
percepción de ausencia de liderazgo prevalece sobre las demás.
El presidente ha quedado en el
peor de los mundos. Los electores de Uribe que entregaron su voto de confianza
a Duque por ser el ungido del expresidente lo consideran un blandengue. El resto
de sus electores, no entregaron su voto por convicción sino para “salvar” al
país de un gobierno de Gustavo Petro y una vez logrado su objetivo se esfumó su
apoyo. Sus opositores, lo consideran un títere y le endilgan hoy la
responsabilidad de todos los males de la nación. La evidente debilidad del
gobierno ha permitido que todos los
actores con demandas sobre los más
variados aspectos las hagan al mismo tiempo y suman a Colombia en el estado en
que se encuentra en ,la actualidad.
A lo anterior se suma la
peligrosa oferta de la “prosperidad por decreto” según la cual, el inicio de
las bienaventuranzas para todo el país depende de unos cambios que se han
aplazado por la voluntad de quienes han gobernado. Y este es uno de los
problemas más graves del nudo en que nos encontramos hoy. Con el desempleo
juvenil más grande de América no se acepta discutir una reforma laboral. La
bomba pensional que aumenta cada año y que requeriría una discusión nacional se
reduce a lugares comunes y ninguna fuerza política quiere asumir con
responsabilidad el tema del aumento de edad de jubilación y modificaciones al
régimen de prima media. Al contrario, se
consolida la posición de volver intocables el régimen de prima media, situación
que es el equivalente a pegarse un tiro en los pies.
Los pronunciamientos del
presidente de realizar una apertura al diálogo y la focalización de la agenda
social pueden llevar al país a solucionar una coyuntura política ocasionando un
grave desbalance estructural. Ernesto Samper hace un cuarto de siglo con graves
problemas de gobernabilidad por su financiación por narcotraficantes de su
campaña, dedicó su cuatrenio a sostenerse en el poder y feriar el país. No hubo
gremio ni grupo político que no aprovechara la debilidad presidencial para
ganar licitaciones, asaltar institutos y obtener beneficios por la foto de
apoyo al presidente impopular. Nada más peligroso que repetir la historia de
feriar el Estado para salvar un presidente.
Así como se exigen
responsabilidades al actual gobierno, es el momento que muchos de los hoy
indignados den explicaciones al país sobre sus actuaciones pasadas. A la
crítica situación del sistema pensional colaboraron en gran manera
organizaciones que promovieron y consiguieron beneficios para sus afiliados,
girando contra el presupuesto público. Bancos oficiales, empresas estatales,
órganos de control y otras entidades donde hubo miles de pensionados a los
cuarenta años que nunca supieron lo que fue pagar un colegio para sus hijos,
gracias a las “conquistas” que hoy son pagadas vía presupuesto público. Muchas
de esas organizaciones que exigen democracia y se apropian de la “voz del
pueblo” son dirigidas por las mismas personas hace varias décadas, lo que no
deja de ser una simpática contradicción.
No vote por Iván Duque y lo
hice en blanco en la segunda vuelta. Los acontecimientos de las últimas semanas
confirman la decisión tomada en segunda vuelta. Nada le conviene más al
uribismo que hoy parece derrotado y superado que el crecimiento de Petro como
opción de poder. Sería lo único que evitaría su desaparición. La elección entre
un gobernante inexperto e influenciable y otro que ofrece la prosperidad con
varita mágica y espejos como el venezolano permitirían que todo cambie para que
todo siga igual.
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