viernes, 29 de noviembre de 2013

Los nuevos patrones del mal


Mientras en el país nos entretenemos diariamente con el “intercambio de ideas” entre el anterior presidente y el actual mandatario por los diálogos con las farc en La Habana, avanza la conformación de listas de los diferentes partidos políticos para las elecciones de marzo. El partido de la U creado hace 8 años por el actual presidente con base en la imagen y los principios de Uribe es ahora de propiedad de Santos. A él pertenecen personajes del peso intelectual y moral de Armandito Benedetti,  Roy Barreras, Aurelio Iragorri  que se han especializado en salir al auxilio de los vencedores de las elecciones, tengan las ideas que tengan. El partido Liberal, dirigido por el hijo del César, quien luego de confesar públicamente que votó una reforma constitucional que no leyó, defender públicamente  al octogenario y transparente gobernador de Sucre, nombrar por un proceso de meritocracia a la hija del Vicepresidente como Gerente de la Campaña e impulsar la reelección de Ordoñez en la Procuraduría ha demostrado que tiene toda la madera para ser director de esa colectividad y aspirante a la presidencia en 2018. Tiene el cinismo del Elefante, el pragmatismo de su padre y le falta aprender en los próximos años como Ministros de Santos  los artes de la traición y la falsedad. En cuatro años Frankestein estará listo para unirse con quien sea sin ruborizarse para lograr su objetivo de ser presidente. Los conservadores que mientras tengan la seguridad de la burocracia y la contratación jamás volverán a tener candidato presidencial están tranquilos, mientras que los demás partidos tienen como meta pasar el umbral y sostener su representación en el Congreso. Fruto de una “fuerte corriente de opinión”, ha surgido el “Uribe Centro Democrático”, movimiento que busca defender las “ideas” del anterior presidente y que se inauguró con una Convención para elegir candidato presidencial donde los principales destinatarios de saludos del máximo jefe y los aspirantes a Medveded criollos, recibían el mismo desde la cárcel donde esperan sus juicios o donde pagan su condenas por acciones cometidas en los años en que tuvimos el honor de ser gobernados por el líder que prometió en público que acataría el fallo de la Corte Internacional de Justicia en el conflicto con Nicaragua pero luego aclaró que esa frase era aplicable solo si él mismo era a favor de su país pues en caso contrario no aplicaba la misma. Su lista al Senado se convirtió en un homenaje a tanto colombiano injustamente condenado por la justicia de este país. La esposa de un condenado por desaparición forzosa, el primo hermano del Patrón del Mal, el hijo del Gobernador detenido, la hermana de un condenado por el proceso ocho mil. Lastimosamente el director de la Hora de la Verdad fue inhabilitado y Popeye no alcanzó a salir en libertad para sumar sus nombres en la lista al Congreso del “nuevo partido”. Mientras ocurre todo lo anterior y el próximo semestre se dedica de lleno a la actividad política, en diversas partes del país están ocurriendo hechos que anuncian las próximas tormentas.

En Acacías, Meta en los últimos dos meses fueron asesinados el Personero Municipal y el Registrador. Nadie se atreve a dar hipótesis sobre el móvil de los atentados pero es evidente que los líos de tierras en la región apenas comienzan y los protagonistas de los mismos inspiran más miedo que las farc o las auc en su peor momento. La noticia de la suspensión de una caravana turística con destino a Caño Cristales en el departamento del Meta por la imposibilidad del ejército de brindar protección en la vía nos recuerda porque debe perseverarse en los diálogos en Cuba. Las noticias sobre la forma de hacer política en la Guajira y los métodos para silenciar a los contradictores y levantar un imperio del silencio en la zona son tan alarmantes como el control que ciertas pandillas o bacrim están teniendo en ciertos sectores populares de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. A lo anterior, se suman los escabrosos detalles que semanalmente se conocen del saqueo a Bogotá en el gobierno de los nietos del Dictador.

El tema de la falta de control territorial del Estado en áreas rurales del país es algo que no es nuevo. Sin embargo, la imposibilidad de controlar áreas urbanas donde grupos de hampones se han apropiado de las funciones del Estado es algo diferente.  Es el inicio de una nueva forma de criminalidad que puede ser mucho más difícil de combatir que cualquiera otra que hubiere existido porque el único móvil de quienes comete está clase de delitos es el dinero. La historia reciente es bastante rica en explicar las consecuencias de no enfrentar los problemas cuando estos comienzan. El contrabando, el narcotráfico, el lavado de activos y la corrupción hubiera tenido un impacto menor si cuando comenzaron a manifestarse estos fenómenos el Estado hubiera dado respuesta efectiva a los mismos. Se conocen los municipios y barrios donde existe un gobierno paralelo que está imponiendo normas y haciendo justicia.   Este tema debería estar en la agenda del gobierno y los candidatos en el próximo debate electoral…Pero, nuestros dirigentes políticos están más interesados en otros temas: El Ministro de Justicia está dedicado a averiguar si el Presidente puede asistir a actos públicos antes del 25 de enero. El Ministro de Agricultura tiene como función principal escuchar de manera ilegal al Senador Robledo. Y los políticos en lo suyo: El delfín Galán se enfrenta a Serpa por el puesto en la lista de los liberales. Los conservadores adulando al abogado de Saludcoop que temporalmente ocupa la Fiscalía con la finalidad que entierre la investigación por el desfalco de la Dirección Nacional de Estupefacientes…Y así.

Cuando le presten atención al tema, tocará hacer otra ley de justicia y paz para solicitarles a los dueños de barrios y comunas que se entreguen a las autoridades y desistan de sus acciones. Parecemos destinados a repetir nuestra historia.

martes, 12 de noviembre de 2013

Cuando los jueces no se distinguen de los delincuentes

Un abogado señalado de estafar a una viuda y sus hijos es acusado por la Fiscalía General de la Nación de varios delitos y su proceso termina por prescripción de la acción penal en la etapa de juicio debido a las múltiples argucias de sus abogados y su constante cambio de apoderados.  Luego de ello, es elegido magistrado de la Corte Constitucional y desde su posesión se esconde de todos los medios de comunicación para evitar las preguntas por sus actuaciones profesionales y personales. En la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura uno de sus integrantes al parecer recibió aportes para su campaña a una Gobernación de DMG, otro magistrado no paga su cuota alimentaria y uno reconocido con el mote de “El diablo” se hace conocido a nivel nacional por conversar con una persona interesada en un fallo de su despacho a la cual solicita que cuando se reúnan se “encargue” de borrar los registros de sus encuentros. Otros dos miembros de la Sala son investigados por los masivos nombramientos de funcionarios judiciales  en el cargo de magistrados auxiliares por breves periodos de tiempo, gracias a lo cual la pensión de jubilación de estos se duplica o triplica.  Mientras todos ello ocurre, todos los integrantes de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia se van en comisión a Washington a “reunirse” con autoridades norteamericanas por ocho días. Y apenas días después de regresar de este intenso viaje de trabajo se trasladan por once días a Puerto Rico a representar a Colombia en un evento académico. La Sala Penal quedó paralizada por dos semanas por los viajes de todos sus integrantes. (Sobra decir que a mediados de diciembre comienza la vacancia judicial) Paralelo a todo lo anterior, en el Complejo Judicial de Paloquemao son  detenidos funcionarios y jueces que cobraban por el direccionamiento de procesos a algunos despachos judiciales y por el sentido de algunas decisiones.
La situación es que la justicia no fue ajena a los cambios sociales y culturales que han ocurrido en Colombia desde los años setenta. De los marihuaneros, contrabandistas de los setenta, a los narcotraficantes y lavadores de dólares de los ochenta y noventa, pasando a los grupos de contratistas y funcionarios corruptos a nivel nacional y local de las últimas dos décadas, el país se acostumbró a los millonarios repentinos que dedicados a actividades ilegales adquirieron poder y fortuna sin ninguna sanción legal ni social. Por el contrario, su forma de actuar se ha convertido en modelo para quienes desean ascender en la sociedad. Las series de televisión, acaso el único instrumento por el que las nuevas generaciones aprenden ahora algo de historia se ha encargado de recrear con lujo de detalles la biografía de nuestros delincuentes. En una sociedad excluyente la historia de unos hampones que lograron inmensas riquezas por sus actividades delictivas, sin importar su final trágico lejos de ser aleccionadora, se convierte en inspiradora. Con ese contexto de cambios en las relaciones y las fuentes de poder, la justicia fue amoldándose a la nueva realidad e hizo propias las mismas conductas que permitían acceder al “éxito”
Pensar que unas reformas cosméticas podrán alterar el actual estado de cosas es tan cándido como irresponsable. El asunto de fondo es que nadie quiere cambiar nada porque quienes más se benefician del permanente estado de impunidad son los más poderosos.  Basta mirar la situación  de la investigación de la reciente estafa colectiva realizada en la bolsa para lograr contextualizar un poco el tema. O las multas que con argucias infinitas dejan de pagar las multinacionales de comunicaciones. Ni hablar del proyecto de ley que presentará el Gobierno para regularizar las compras ilegales de predios diseñadas por abogados sofisticados. Genera una mueca de horror pensar que el actual Ministro de Justicia  será uno de los impulsores de los cambios en las normas actuales. Y pensar que en otra época esa misma  cartera tuvo el honor de ser representada por personas como el doctor Enrique Low Murtra que aceptaron el cargo para servir al país y no para servirse del mismo.

Por ello, el estado actual de la justicia es un reflejo del estado actual de la sociedad. Las cicatrices y defectos que vemos en el espejo son los mismos que tiene la sociedad. Para sanarlos hace falta mucho más que un proceso de paz. La promoción de una verdadera cultura de valores que en dos o tres generaciones modifique la forma de percibir y de actuar. Pero nuestra inmediatez nos hará elegir en un semestre un nuevo presidente en una campaña entre unas  personas que representan a los mismos con la única diferencia que  unos quieren ver a los miembros de la guerrilla muertos y los otros los quieren ver “haciendo política”, eso sí lejitos de Bogotá y Anapoima, en esas circunscripciones donde solo va la guerrilla y los que viven por allá.  Aparte de esta importante discusión, los demás temas como la educación, la salud, la justicia y la igualdad permanecerán sin espacio en la agenda.