miércoles, 29 de julio de 2015

Alberto Rojas: Ejemplo del nuevo abogado

El próximo mes de septiembre se realizara en la ciudad de Pereira el tradicional Congreso  anual del Instituto Colombiano de Derecho Procesal. Por espacio de tres días se realizaran conferencias sobre diferentes aspectos del derecho procesal realizadas por miembros del Instituto. En el afiche que promociona el evento para el año 2015 aparece encabezando la lista de los conferencistas el honorable magistrado de la  Corte Constitucional Alberto Rojas Ríos. El título de su charla será “El Código General del Proceso ante las garantías constitucionales” El magistrado Rojas ha participado con conferencias sobre otros temas en las anteriores ediciones del citado Congreso.
Debido a los escándalos ocurridos el presente año en la otrora respetable Corte Constitucional, en la que sus magistrados se acusaron  públicamente de actuaciones contrarias a la ética e ilegales, el interés mediático se concentró en las actuaciones del honorable magistrado Jorge Pretelt, quien a pesar de las denuncias en su contra y la negativa del Congreso a concederle una licencia, continúa hoy desempeñando sus funciones y enalteciendo al máximo tribunal de Colombia con su presencia. Mientras nos distraíamos conociendo y observando las hazañas de Pretelt, el doctor Rojas Ríos regresaba a la Corte Constitucional por la puerta trasera gracias a una tutela que fallaba unos conjueces del Consejo de Estado en la cual dejaban sin efecto otra decisión del mismo del mismo tribunal. Para no perdernos. El Consejo de Estado anuló la elección de Rojas por considerar que en el proceso de su postulación los consejeros violaron el reglamento de la corporación. Unos meses después, vía tutela otros  conjueces del Consejo de Estado consideraron que en el fallo en el cual se anuló la elección de Rojas se vulneraron sus derechos fundamentales. Y el honorable magistrado regresó a su cargo. El caso es un monumento a la seguridad jurídica.
La anterior situación es apenas una anécdota con relación a la situación de Rojas Ríos. Este abogado fue acusado por una antigua cliente de haberle birlado a ella y sus hijos la indemnización luego de un proceso administrativo. Luego de tramitar el caso ante las instancias penales y disciplinarias, él mismo se terminó por la prescripción de la acción en favor de su abogado. Antes de posesionarse por primera vez como magistrado de la Corte Constitucional debió reconocer que había omitido la inclusión de unos cuantiosos honorarios en su declaración de renta, situación de la cual culpo a la persona que le elabora estas declaraciones.
Sobre un magistrado de la Corte más importante de Colombia no pueden tenerse dudas. Eso al menos se pensaba cuando personas como Ciro Angarita o  Carlos Gaviria integraron dicha corporación. Lo que ha ocurrido en las últimas décadas es que así como existe un enfrentamiento entre los seguidores del Nuevo Derecho y sus opositores, en materia del ejercicio profesional existe un nuevo abogado que se diferencia mucho del profesional de antes. El nuevo abogado privilegia las influencias sobre los argumentos. La razón y la justicia han sido relegadas. Causa una sensación entre el temor y la risa observar unos abogados que tienen más escoltas que sus criminales clientes. En ese nuevo orden profesional se han constituido de hecho unas camarillas en las altas cortes y  los tribunales   que manejan a su antojo la justicia en el país.  Ante esta nueva situación, el gremio ha pasado de agache. No denunciar, no criticar y aplaudir han sido las actitudes. Tarde que temprano se necesitara  una mano de los preteles de turno y no haberse agachado al rey podría tener efectos nocivos. De esa alcantarilla salen abogados que se denominan “embajadores” ante las Cortes.  Dicen que el abogado termina pareciéndose a sus clientes. Pareciera que de tanto atender traquetos y nuevos ricos el gremio adoptó los mismos códigos y costumbres.

Ese cambio de valores y de forma de ejercer la profesión explica que en la reunión anual de algunos de los mejores abogados del país se permita a un personaje de la talla de Alberto Rojas Río no solo presentar una ponencia sino recibir el aplauso a rabiar de sus colegas. Una lástima que no pueda asistir el doctor Pretelt para recibir otro aplauso igual.  Alguien que haga entender que con este tipo de comportamientos y este tipo de personajes en el poder, nuestro menor problema son las farc.

lunes, 6 de julio de 2015

Carta a una sombra: El retrato de Colombia

Dia 1.
El Olvido que Seremos fue un libro que marco mucho mi vida. La relación que el autor describe que tiene con su padre es muy parecida a la que yo tengo con el mío. Por ello, cuando supe que existía un  documental basado en el libro no dude un momento en asistir de inmediato a verlo. Debido a que mi esposa y mi hija no se encuentran por estos días conmigo en Barranquilla dispongo un tiempo adicional al usual y por ello el mismo día del estreno corrí presuroso a ver la película. En la única sala que presentaban la película en Barranquilla era en el Centro Comercial Buenavista, así que acudí a dicho lugar. Las señoritas de la taquilla me informaron que debido a una reunión que se realizaba en la Sala 5 la película no se proyectaría el día jueves y por tanto debía aguardar hasta después de las cinco para ver la película. Cuando uno es una persona de familia, las ausencias de la propia le causan comportamientos diversos. A mi, me causan insomnio y aburrimiento. Por ello, el mismo día (jueves 2 de julio) decidí asistir a cine a las 9:10 para ver la película. Luego de una larga fila de 25 minutos, previa verificación en el portal de Cine Colombia y en los anuncios electrónicos de la taquilla que informaban de su proyección, la señorita de la taquilla con una risa burlona me indicó que la película no se pasaba y que “ para que no preguntaba antes”, a lo cual no respondí nada pues no parecía tener mucho futuro una discusión con un personaje con ese tipo de razonamientos. Al carro, dormir y volver mañana.

Día 2
Me dirigí a observar la película en la función de 1:10. Pague la boleta, entre a la sala y me ví acompañado por otras dos personas que esperaban como yo, la función de dicha hora.  A los pocos minutos llegó un funcionario de Cine Colombia informando que el aire de algún equipo se había dañado y por tanto no se proyectaría la película pero que podíamos entrar a ver Terminator o Dragon Bull Z en las salas contiguas, Ante la negativa del ciento por ciento de los espectadores, nos firmaron una boleta con la cual podríamos asistir a cualquier película.  El funcionario informo que no sabía si hoy se arreglaría el inconveniente pero aseguro que mañana era segura la proyección de la película.
Día 3
Al mediodía me traslade a Buenavista con un asunto que se me estaba convirtiendo en un tema personal. Llegue a ver la película y ésta ya no aparecía en las propagandas ni tampoco su afiche en la Sala 5 del Multilplex de Buenavista. Luego de hacer la consabida fila, la señorita me indicó que la película no aparecía en el listado y que “seguramente la habían quitado”. Ante la pregunta si la película sería proyectada, la funcionaria alzó los ojos, me miró con cara de “este cachaco no entiende lo que digo” y me respondió con un plácido no tengo n”idea. En ese momento por terminada mi esperanza de ver en cine “ Carta a una sombra”.
Día 4

Debido a que Paz, mi hija de tres años se levanta temprano, no importa a que horas me acueste, estoy desde las  6 de la mañana levantado. Luego de realizar algunas actividades, comencé a llamar a Cine Colombia para preguntar por la proyección de la película que había vuelto a salir por el portal en Internet. Luego de dos llamadas, me confirmaron que la película sería proyectada.  Contrario a mi disciplina de hacer la fila general, realice la fila de reservas y llegue con la boleta firmada del viernes, la cual me cambiaron por un papel que me permitía entrar a la película. De paso, me dí cuenta de lo que siempre imaginaba. Que aquí la mitad de la gente que hace esa fila no tiene reserva, pero ese es otro tema. Llegue a la sala a la proyección de la 1:10 y en compañía de dos señoras paisas que parecían salidas de la película pude ver por fin Carta a una sombra. La ventaja del teatro a disposición de tan pocos espectadores es que las lagrimas pueden salir sin necesidad de ser disimuladas. No tengo idea si por mi cercanía a los 40 años me estoy volviendo bastante sensible pero gran parte de la película la observe con un nudo en la garganta. Ver un hombre como Carlos Gaviria recordando su lucha con el médico Abad en medio de una sociedad indolente es conmovedor.  Aunque la historia de los Abad es conmovedora, lo que se ve en la pantalla es la historia de Colombia. Un país sitiado por unos criminales de izquierda que por sus abusos crearon un monstruo de derecha, peor incluso que ellos. Y detrás de todo esto, los mismos personajes que manejan el país hace décadas.  Más de un cuarto de siglo después del asesinato de Abad, nuestra sociedad continua su paso al abismo liderada a nivel regional o incluso nacional por personajes vinculados al mundo de las sombras. Lo más impactante de la película es eso. Comprobar que quienes advirtieron eso, fueron asesinados. Comprobar que la decencia murió. Muerta la decencia, no es de extrañar que debamos elegir entre tipos como Santos y Uribe.