lunes, 6 de julio de 2015

Carta a una sombra: El retrato de Colombia

Dia 1.
El Olvido que Seremos fue un libro que marco mucho mi vida. La relación que el autor describe que tiene con su padre es muy parecida a la que yo tengo con el mío. Por ello, cuando supe que existía un  documental basado en el libro no dude un momento en asistir de inmediato a verlo. Debido a que mi esposa y mi hija no se encuentran por estos días conmigo en Barranquilla dispongo un tiempo adicional al usual y por ello el mismo día del estreno corrí presuroso a ver la película. En la única sala que presentaban la película en Barranquilla era en el Centro Comercial Buenavista, así que acudí a dicho lugar. Las señoritas de la taquilla me informaron que debido a una reunión que se realizaba en la Sala 5 la película no se proyectaría el día jueves y por tanto debía aguardar hasta después de las cinco para ver la película. Cuando uno es una persona de familia, las ausencias de la propia le causan comportamientos diversos. A mi, me causan insomnio y aburrimiento. Por ello, el mismo día (jueves 2 de julio) decidí asistir a cine a las 9:10 para ver la película. Luego de una larga fila de 25 minutos, previa verificación en el portal de Cine Colombia y en los anuncios electrónicos de la taquilla que informaban de su proyección, la señorita de la taquilla con una risa burlona me indicó que la película no se pasaba y que “ para que no preguntaba antes”, a lo cual no respondí nada pues no parecía tener mucho futuro una discusión con un personaje con ese tipo de razonamientos. Al carro, dormir y volver mañana.

Día 2
Me dirigí a observar la película en la función de 1:10. Pague la boleta, entre a la sala y me ví acompañado por otras dos personas que esperaban como yo, la función de dicha hora.  A los pocos minutos llegó un funcionario de Cine Colombia informando que el aire de algún equipo se había dañado y por tanto no se proyectaría la película pero que podíamos entrar a ver Terminator o Dragon Bull Z en las salas contiguas, Ante la negativa del ciento por ciento de los espectadores, nos firmaron una boleta con la cual podríamos asistir a cualquier película.  El funcionario informo que no sabía si hoy se arreglaría el inconveniente pero aseguro que mañana era segura la proyección de la película.
Día 3
Al mediodía me traslade a Buenavista con un asunto que se me estaba convirtiendo en un tema personal. Llegue a ver la película y ésta ya no aparecía en las propagandas ni tampoco su afiche en la Sala 5 del Multilplex de Buenavista. Luego de hacer la consabida fila, la señorita me indicó que la película no aparecía en el listado y que “seguramente la habían quitado”. Ante la pregunta si la película sería proyectada, la funcionaria alzó los ojos, me miró con cara de “este cachaco no entiende lo que digo” y me respondió con un plácido no tengo n”idea. En ese momento por terminada mi esperanza de ver en cine “ Carta a una sombra”.
Día 4

Debido a que Paz, mi hija de tres años se levanta temprano, no importa a que horas me acueste, estoy desde las  6 de la mañana levantado. Luego de realizar algunas actividades, comencé a llamar a Cine Colombia para preguntar por la proyección de la película que había vuelto a salir por el portal en Internet. Luego de dos llamadas, me confirmaron que la película sería proyectada.  Contrario a mi disciplina de hacer la fila general, realice la fila de reservas y llegue con la boleta firmada del viernes, la cual me cambiaron por un papel que me permitía entrar a la película. De paso, me dí cuenta de lo que siempre imaginaba. Que aquí la mitad de la gente que hace esa fila no tiene reserva, pero ese es otro tema. Llegue a la sala a la proyección de la 1:10 y en compañía de dos señoras paisas que parecían salidas de la película pude ver por fin Carta a una sombra. La ventaja del teatro a disposición de tan pocos espectadores es que las lagrimas pueden salir sin necesidad de ser disimuladas. No tengo idea si por mi cercanía a los 40 años me estoy volviendo bastante sensible pero gran parte de la película la observe con un nudo en la garganta. Ver un hombre como Carlos Gaviria recordando su lucha con el médico Abad en medio de una sociedad indolente es conmovedor.  Aunque la historia de los Abad es conmovedora, lo que se ve en la pantalla es la historia de Colombia. Un país sitiado por unos criminales de izquierda que por sus abusos crearon un monstruo de derecha, peor incluso que ellos. Y detrás de todo esto, los mismos personajes que manejan el país hace décadas.  Más de un cuarto de siglo después del asesinato de Abad, nuestra sociedad continua su paso al abismo liderada a nivel regional o incluso nacional por personajes vinculados al mundo de las sombras. Lo más impactante de la película es eso. Comprobar que quienes advirtieron eso, fueron asesinados. Comprobar que la decencia murió. Muerta la decencia, no es de extrañar que debamos elegir entre tipos como Santos y Uribe. 

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