Dia 1.
El Olvido que Seremos fue un
libro que marco mucho mi vida. La relación que el autor describe que tiene con
su padre es muy parecida a la que yo tengo con el mío. Por ello, cuando supe
que existía un documental basado en el
libro no dude un momento en asistir de inmediato a verlo. Debido a que mi
esposa y mi hija no se encuentran por estos días conmigo en Barranquilla
dispongo un tiempo adicional al usual y por ello el mismo día del estreno corrí
presuroso a ver la película. En la única sala que presentaban la película en
Barranquilla era en el Centro Comercial Buenavista, así que acudí a dicho
lugar. Las señoritas de la taquilla me informaron que debido a una reunión que
se realizaba en la Sala 5 la película no se proyectaría el día jueves y por
tanto debía aguardar hasta después de las cinco para ver la película. Cuando
uno es una persona de familia, las ausencias de la propia le causan
comportamientos diversos. A mi, me causan insomnio y aburrimiento. Por ello, el
mismo día (jueves 2 de julio) decidí asistir a cine a las 9:10 para ver la película.
Luego de una larga fila de 25 minutos, previa verificación en el portal de Cine
Colombia y en los anuncios electrónicos de la taquilla que informaban de su
proyección, la señorita de la taquilla con una risa burlona me indicó que la
película no se pasaba y que “ para que no preguntaba antes”, a lo cual no
respondí nada pues no parecía tener mucho futuro una discusión con un personaje
con ese tipo de razonamientos. Al carro, dormir y volver mañana.
Día 2
Me dirigí a observar la película en la función de 1:10. Pague la
boleta, entre a la sala y me ví acompañado por otras dos personas que esperaban
como yo, la función de dicha hora. A los
pocos minutos llegó un funcionario de Cine Colombia informando que el aire de
algún equipo se había dañado y por tanto no se proyectaría la película pero que
podíamos entrar a ver Terminator o Dragon Bull Z en las salas contiguas, Ante
la negativa del ciento por ciento de los espectadores, nos firmaron una boleta
con la cual podríamos asistir a cualquier película. El funcionario informo que no sabía si hoy se
arreglaría el inconveniente pero aseguro que mañana era segura la proyección de
la película.
Día 3
Al mediodía me traslade a
Buenavista con un asunto que se me estaba convirtiendo en un tema personal.
Llegue a ver la película y ésta ya no aparecía en las propagandas ni tampoco su
afiche en la Sala 5 del Multilplex de Buenavista. Luego de hacer la consabida
fila, la señorita me indicó que la película no aparecía en el listado y que “seguramente
la habían quitado”. Ante la pregunta si la película sería proyectada, la
funcionaria alzó los ojos, me miró con cara de “este cachaco no entiende lo que
digo” y me respondió con un plácido no tengo n”idea. En ese momento por
terminada mi esperanza de ver en cine “ Carta a una sombra”.
Día 4
Debido a que Paz, mi hija de
tres años se levanta temprano, no importa a que horas me acueste, estoy desde
las 6 de la mañana levantado. Luego de
realizar algunas actividades, comencé a llamar a Cine Colombia para preguntar
por la proyección de la película que había vuelto a salir por el portal en
Internet. Luego de dos llamadas, me confirmaron que la película sería
proyectada. Contrario a mi disciplina de
hacer la fila general, realice la fila de reservas y llegue con la boleta
firmada del viernes, la cual me cambiaron por un papel que me permitía entrar a
la película. De paso, me dí cuenta de lo que siempre imaginaba. Que aquí la
mitad de la gente que hace esa fila no tiene reserva, pero ese es otro tema. Llegue
a la sala a la proyección de la 1:10 y en compañía de dos señoras paisas que
parecían salidas de la película pude ver por fin Carta a una sombra. La ventaja
del teatro a disposición de tan pocos espectadores es que las lagrimas pueden
salir sin necesidad de ser disimuladas. No tengo idea si por mi cercanía a los
40 años me estoy volviendo bastante sensible pero gran parte de la película la
observe con un nudo en la garganta. Ver un hombre como Carlos Gaviria
recordando su lucha con el médico Abad en medio de una sociedad indolente es
conmovedor. Aunque la historia de los
Abad es conmovedora, lo que se ve en la pantalla es la historia de Colombia. Un
país sitiado por unos criminales de izquierda que por sus abusos crearon un
monstruo de derecha, peor incluso que ellos. Y detrás de todo esto, los mismos
personajes que manejan el país hace décadas.
Más de un cuarto de siglo después del asesinato de Abad, nuestra
sociedad continua su paso al abismo liderada a nivel regional o incluso
nacional por personajes vinculados al mundo de las sombras. Lo más impactante
de la película es eso. Comprobar que quienes advirtieron eso, fueron
asesinados. Comprobar que la decencia murió. Muerta la decencia, no es de
extrañar que debamos elegir entre tipos como Santos y Uribe.
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