jueves, 25 de junio de 2015

Santos traicionado por sus mejores amigos.


Una de las decisiones más sorpresivas y audaces del Presidente Santos en sus primeros meses de Gobierno fue el restablecimiento pleno de relaciones con Venezuela y el presidente Chavez. El proceso de paz que pretendía  impulsar el gobierno de Santos requería la colaboración de la “revolución bolivariana”. Ese gobierno fue designado, junto a Chile como uno de los países acompañantes del proceso de paz dos años después. Simultáneamente al transcurso del Gobierno de Santos y el proceso de paz, en Venezuela la situación política y económica cambiaba drásticamente. La enfermedad y fallecimiento del presidente Chavez, seguida de la ajustada victoria de Maduro, quien ha ejercido  el poder en medio una reducción de los precios del petróleo y una economía desfalleciente luego de más de quince años de riqueza aparente y corrupción desbordada han traído como consecuencia la tensa situación que vive hoy Venezuela.
En los últimos años el gobierno revolucionario ha  adoptado perfiles autocráticos en los cuales la persecución de los miembros de la oposición y su posterior judicialización, es apenas una de sus caras más conocidas a nivel internacional. A pesar de las evidentes y constantes violaciones de normas internacionales sobre derechos humanos del gobierno venezolano, los países de la región han sido tímidos para denunciar estas actuaciones y han preferido mirar para otro lado con la finalidad de evitar pronunciarse sobre ellas.  En el caso colombiano, la omisión se justificaba en el apoyo que el gobierno venezolano prestaba al proceso de paz. Pareciera que la contrapartida a dicho apoyo era el silencio a la vulneración de los derechos de los venezolanos. Esta posición pragmática y ventajosa es propia de los países dirigidos por jugadores de póquer. Así, mientras Venezuela acompañaba a Colombia en el proceso de paz, encarcelaba los líderes opositores y perseguía a los medios que opinaban en contra del gobierno de Maduro.
Estos acuerdos tácitos con Venezuela comenzaron a hacerse trizas hace menos de un mes cuando el presidente Maduro en alguna de sus rutinarias declaraciones indicaba que la crisis venezolana era causada por los ciudadanos colombianos que habían ingresado a su país. Y hace pocos días, el gobierno venezolano expidió un decreto que  establece las  Zonas Operativas de Defensa Integral Marítima e Insular, y dentro de ellas se encuentra el Golfo de Coquivacoa , el cual se encuentra en litigio con Colombia hace varias décadas. El gobierno que esquivo las declaraciones y comentarios sobre la situación venezolana recibe ahora un poco de su medicina. Santos se encuentra en una encrucijada creada por él mismo. En el momento más difícil del proceso de paz, no puede ceder a la provocación venezolana pero tampoco puede guardar silencio. Parece que el tahúr ha perdido la partida con los revolucionarios bolivarianos.

Y el estado del proceso de paz no es muy diferente al estado de las relaciones con Venezuela. Con una guerrilla que ha mostrado en el último mes su desprecio por el derecho internacional humanitario, una opinión pública reacia a que los guerrilleros no paguen cárcel por sus crímenes y un cese al fuego cada vez mes lejano, de no adoptarse prontas decisiones en la mesa, el proceso comienza a caminar el mismo sendero del Caguán con unas farc pateando a diario el tablero. Inició el tramo de las decisiones. El asunto no es de fechas. Si las farc consideran que pueden seguir indefinidamente conversando  en La Habana sobre lo divino y lo humano mientras cometen crímenes a diario en Colombia, el proceso está muerto. Llego la hora que el tahúr juegue sus restos, porque si demora más su apuesta no encontrará mesa donde realizarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario