El doctor Humberto de la Calle
Lombana, registrador en el Gobierno de
Virgilio Barco, ministro en el Gobierno de César Gaviria, vicepresidente y
embajador de Ernesto Samper, ministro y embajador de Andrés Pastrana, embajador
de Alvaro Uribe y jefe del equipo negociador de Juan Manuel Santos se lanza
nuevamente a la presidencia de la república, 23 años después de su primer
intento, cuando perdió en la consulta interna del partido liberal con Samper, a
quien se uniría después convirtiéndose en su candidato a la vicepresidencia, a
la cual renunciaría en mitad del periodo cuando se convenció que el elefante se
quedaría en su cargo la totalidad de su periodo y no existía la posibilidad que
él fuera Presidente. (Decía Serpa sobre De la Calle en esa época, meses antes
de su renuncia: “ Esto dijo el armadillo,
sentado en un palo de coco, ni me subo, ni me najo ni me quedo aquí tampoco.”)
En el interregno de sus
repetidos cargos como servidor público el doctor De la Calle por sus propios
méritos ha integrado millonarios tribunales de arbitramento en los cuales se
ventilan demandas contra la Nación. ( Al último de ellos renunció y devolvió los
honorarios pues tenía poca presentación ser negociador de paz medio tiempo y el
otro medio ejercer la profesión de abogado en litigios en los cuales una de las
partes era una entidad estatal.) El barcogavirisamperpastraurisantista
De la Calle representa a la perfección a aquellos personajes que posan de
tecnócratas pero terminan siendo más habilidosos y acomodados que los roys
barreras del común.
Su escudo para estas
elecciones es la continuación del proceso de las farc. Solo él puede garantizar
la continuidad del proceso con las farc que es amenazado por la “Colombia
creyente” representada en el exprocurador cuya elección fue anulada por
intercambiar puestos en la entidad que dirigía por su nominación con los miembros
de la Corte Suprema de Justicia y por el Centro Democrático del presidente
Uribe que no ha podido escoger un candidato presidencial que tenga
reconocimiento nacional y jure lealtad eterna a su mentor, razón por la cual no
descarta ninguna alianza.
Colombia parece detenida en el
tiempo en cuanto a las personas que hoy tienen al mando la dirección de algunas
entidades públicas y algunos de los futuros candidatos presidenciales. La
Procuraduría es ejercida por el exministro de Gaviria sancionado por sus
actuaciones como Ministro en las épocas de Escobar pero liberado de dicha
mancha por la mano revocadora del actual Contralor. La Contraloría es ejercida
por el exprocurador Maya con la misma intensidad que actúo en el Ministerio
Público, es decir, que salvo funcionarios de tercer nivel a quienes les
embargaran hasta la risa, nadie se verá afectado por los procesos fiscales. La
fiscalía es ejercida por el exministro de Justicia de Samper, exministro del
Interior de Pastrana y fundador de Cambio Radical, quien además ejercía su
profesión a la firma que recibió la adjudicación de la Ruta del Sol II con bases a sobornos pero a quien le parece
que no existe ninguna incompatibilidad entre haber sido abogado de los
sobornadores y ser el fiscal que investigara los delitos que cometieron sus
antiguos clientes.
Estos funcionarios de todos
los gobiernos, abogados en representación de intereses del Estado o contra el
Estado cuando no están ejerciendo funciones públicas son parte del
establecimiento que se ha devorado a Colombia en las últimas décadas. La falsa
dicotomía entre santismo y uribismo es esa. Si gana el representante de
cualquiera de estas dos corrientes, los Martínez, Mayas. Roys Barreras,
Carrillos y De la Calles de todos los pelambres seguirán plácidamente devorándose
el Estado como servidores públicos, árbitros de millonarios litigios o abogados
de intereses privados que tienen interés en decisiones estatales sin siquiera ruborizarse. Para evitar que los ciudadanos piensen en
opciones distintas se dice que escoger a personas diferentes a las
que han gobernado este país por décadas es ir tras los pasos de Venezuela. El éxito
de esta promoción del miedo tendrá como consecuencia que en un año escojamos
entre personajes de la talla de Vargas Lleras y Ordoñez que con mínimos matices
seguirán gobernando en la misma línea de siempre, para los intereses de
siempre.
Que en el año 2018 un camaleón
como De la Calle sea una opción real a la presidencia es un síntoma alarmante
de que nuestra generación no produjo líderes diferentes a los hijos de los
mismos que se han merendado este país sin reparo alguno. El tema de fondo no es
decidir entre uribistas y santistas que representan lo mismo y a los mismos
sino entender que la única manera de esperar
un cambio en este país es elegir a
alguien que proponga algo distinto a repartir mermelada. Sergio Fajardo,
Claudia López y Jorge Robledo podrían ser una alternativa si unen sus fuerzas y
no fraccionan el voto independiente. Lo contrario es seguir viendo a los
desvergonzados de siempre saltando de cargo en cargo, de gobierno en gobierno
sin responder por su actos.
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