jueves, 2 de agosto de 2018

Uribe: Un ciudadano sin garantías.


La mayoría de las conversaciones de los colombianos en los últimos lustros terminan siempre en el mismo punto: las opiniones favorables o contrarias a la vida, obra y milagros de Alvaro Uribe Vélez. El relato uribista que se construyó en el último tiempo enseña que la existencia de Colombia como república se debe en manera exclusiva a la llegada al poder del presidente eterno -como lo llama quien dirigirá en su nombre el país a partir del próximo siete de agosto- que gracias a sus decisiones evitó que la guerrilla se apoderara del país y nos convirtiéramos en otra Cuba. En la medida que pasa el tiempo se exagera cada vez sobre el milagro uribista y por ello sus leales seguidores no tienen ningún problema en distinguirlo con el título del mejor presidente de la historia.( En el irreglamentario debate de ayer 1 de agosto en la Cámara de Representantes que los miembros del Centro Democrático montaron contra el Senador Iván Cepeda, la mayoría de los miembros de ese partidos en su intervención destacaba la grandeza histórica del propietario del partido al cual por su naturaleza divina no podía señalársele por ninguna conducta irregular. Palabras historia y patriota se repitieron de manera generosa.)
El proceso que inicia en la Corte Suprema de Justicia contra el Senador que fundamenta todas sus decisiones en la moral y el honor durará lo que suele durar un proceso en dicho tribunal: años o décadas. O cuanto piensan que se demoran en recoger 31 testimonios en un tribunal atestado de procesos contra ciudadanos con fuero especial. A lo anterior se suman las recusaciones, tutelas y triquiñuelas que disfrazadas del sagrado derecho al debido proceso interpondrán los mediáticos abogados del Presidente-Senador lo que traerá como resultado que antes de años no se adopté ninguna decisión de fondo en ese expediente. El desdichado día en que lo vayan a “indagatoriar” (verbo creado por el senador presidente en su rueda de prensa en las caballerizas de esta semana) el procesado solicitara para el ejercicio de su defensa una centena de testimonios que cuando se terminen de practicar no darán otra alternativa al tribunal que declarar la prescripción de los delitos por los cuales se investiga a nuestro caudillo del twitter.
La adicción al poder de Uribe ha tenido un costo muy alto para Colombia. No solo ha polarizado de manera irreconciliable al país, sino que en los últimos tiempos el nivel de pugnacidad entre conocidos es cada vez mayor y la división entre los defensores y contradictores del expresidente senador se desplaza por una delgada línea en la cual la violencia parece cercana.
Desde hace quince días no se habla de cosa diferente en los medios de comunicación. Todos los días tenemos noticias de oscuros personajes caliches, monoleches y otras yerbas del pantano que afirman una cosa o niegan otra.¿ En qué momento un expresidente de Colombia y sus apoderados terminaron de habituales visitantes de delincuentes? ¿En qué momento dejó de importarnos esto como sociedad? ¿Qué Uribe hubiera sido exitosos en la lucha contra la insurgencia  le dio patente de corso para justificar cualquiera de sus conductas? Si la manera de valorar los delitos es comparar los cometidos por alguien con los realizados por las guerrillas, pareciera que habrá delincuentes a los cuales la sociedad les acabará debiendo.
Alvaro Uribe es el dueño de la mayor bancada del Congreso, el presidente de dicha institución es apenas un mensajero suyo que le recoge documentos en su casa de recreo, los guarda y los entrega cuando él lo indica, tiene el mayor esquema de seguridad –ese sí- de la historia de Colombia a cargo del Estado, varios medios de comunicación a su disposición en los cuales opina lo que desea y responde lo que se le antoja, es padre de dos emprendores inmobiliarios millonarios y tiene como abogados- a dos a falta de uno- penalistas mediáticos a su servicio, los cuales están dispuestos a hacer lo que toque hacer para sacar adelante su causa desde recusar sin fundamento magistrados, a visitar centros carcelarios para revisar hernias de condenados por secuestro hasta pararse como dos soldados en una caballeriza a respaldar las ocurrencias de su representado. A pesar de todo lo anterior, es un hombre sin garantías para su proceso y el presidente electo en el pronunciamiento como consecuencia de estos hechos, notifica que prevalecerá la inocencia de su jefe y pide que se den las garantías mínimas.
Santos declaró que a partir del 8 de agosto finalizó su vida política. Es pronto para saber si cumplirá su decisión pero se valora de manera positiva que considere finalizado su ciclo. Nada más negativo para una sociedad que un megalómano defendiendo legados e impidiendo el avance de las discusiones del país a otros temas diferentes a su vida y obra. Por nuestra salud como sociedad roguemos que el caudillo senador presidente entienda que las dignidades son transitorias y los juicios de la historia se realizan después de la desaparición de sus protagonistas. Lo único que nos falta en este momento es comenzar a matarnos por el honor del exdirector de la Aerocivil que más licencias concedió a inicios de los ochenta en Colombia.

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