martes, 21 de agosto de 2012

Historias similares: La discriminación de los hijos naturales y los homosexuales.


El pasado 24 de febrero se cumplieron 30 años de la expedición de la ley que  otorgó  igualdad de derechos herenciales a los hijos  legítimos, extramatrimoniales y adoptivos. Un siglo antes, el Código Civil establecía clasificaciones entre hijos legítimos, aquellos que eran concebidos durante el sagrado vínculo del matrimonio de sus padres o aquellos que eran legitimados mediante el matrimonio posterior a la concepción, e hijos ilegítimos, los cuales se dividían en naturales, aquellos que eran concebidos por personas que no eran casadas al tiempo de la concepción; de dañado y punible ayuntamiento, que a su vez se dividían en adulterinos si algunos de sus padres estaba casado al momento de la concepción o incestuosos si sus padres tenían algún grado de parentesco que les impedía contraer matrimonio.  Los hijos ilegítimos sufrieron señalamientos y discriminaciones en un Estado con una constitución conservadora y confesional, en la cual gobernó el mismo partido desde 1886 hasta 1930. En 1936, durante el gobierno de López Pumarejo, mediante la ley 45 se comenzaron a realizar modificaciones legales que atenuaron la desventajosa situación de los hijos concebidos fuera del matrimonio. Mediante la ley 75 de 1968, durante el gobierno de Lleras Restrepo se avanzó en los procesos de filiación de paternidad. Curiosamente, en el gobierno del presidente cuyos hijos eran legítimos y a la vez incestuosos fue aprobada la igualdad de derechos herenciales. No importo lo anterior para que nuestro expresidente pudiera anular velozmente su matrimonio de décadas y ser Embajador ante la Santa Sede en compañía de su segunda esposa. Algo parecido había ocurrido con el Regenerador y Soledad Román un siglo antes. Para las anulaciones matrimoniales nada influía la condición de expresidentes de los solicitantes. Mientras tanto, miles de personas que  querían divorciarse o cesar los efectos del matrimonio católico tuvieron que esperar hasta la Constitución de 1991 para legalizar su situación. Finalmente, mediante la ley 721 de 2001 se autorizó la práctica de exámenes de ADN que permite mayor celeridad en los proceso de filiación que se adelantan. Los avances legislativos que crearon espacios de igualdad requieren reformas audaces debido a posiciones jurisprudenciales que continúan construyendo caminos de discriminación. De esta manera, los alimentos que los jueces otorgan a favor de hijos extramatrimoniales cuando no ha existido convivencia son iguales a medio salario mínimo legal mensual, sin importar la capacidad económica del padre, situación que origina una evidente desigualdad entre los hijos de un mismo padre o madre. Se adiciona  a lo anterior, la imposibilidad de impedir la desintegración del patrimonio del padre o madre con hijos extramatrimoniales en detrimento de éstos. La creación de sociedades o fiducias donde se concentran los activos ha traído como consecuencia que la igualdad lograda con la ley 29 de 1982 sea formal pero no real debido a que cuando fallece el padre no existe patrimonio para repartir entre sus sucesores debido a la hábil e impune insolvencia creada de antemano. Culturalmente, la diferencia entre hijos legítimos y naturales se mantiene intacta. Luis Alfonso Galán, hijo mayor de Luis Carlos obtuvo su filiación en 1996 después de haber validado su bachillerato y trabajado como mensajero mientras sus hermanos terminaban su educación en Europa con su madre como Embajadora. Menos mal han cambiado tanto las leyes. 
Con los homosexuales ocurre algo similar, de ignorarlos inicialmente, se paso a considerarlos enfermos, hasta que desde hace tres lustros comenzaron a reconocerse algunos de sus derechos. Aunque con timidez, se ha comenzado a reconocer el derecho de opción sexual de cada persona como un derecho inherente a la misma. Los enemigos de estos avances son los mismos ayer y hoy, los propietarios de la verdad revelada por un ser superior que juzga y condena todo cuanto sea diferente a su predicación. Monseñor Builes ayer, Alejandro Ordoñez hoy, son los representantes de la doble moral que señala conductas ajenas pero no reflexiona sobre las propias. Un siglo duraron los cambios para lograr algo de  igualdad en los descendientes de un mismo padre, ojala que sea un tiempo mucho menor el que dure el reconocimiento de los derechos de los homosexuales. El respeto por las minorías y la tolerancia con la diferencia es lo que nos distingue de las sociedades que durante siglos fueron divididas entre buenos y malos. Por eso, sus derechos no son una concesión ni un favor, son un deber moral de quienes integramos la sociedad.

1 comentario:

  1. Las clasificaciones sociales solo han sido una forma de perpetuar los prejuicios, y todo prejuicio genera discriminación, para la personas LGBTI el mundo es un espacio lleno de rechazos, tratos inequitativos y desiguales, por causa de su orientación sexual . Es hora ya de que todos seamos ciudadanos con los mismos derechos, y que dejemos de decirnos mentiras, nuestra sociedad no es blanca, católica, de clase media ni heterosexual, por el contrario esta llena de infinitas diversidades, que no pueden ser la base de generar ciudadanos y ciudadanas sin el ejercicio pleno de sus derechos.

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