martes, 30 de julio de 2013

Por la cara del marrano: Una ley para Urrutía y otra para los campesinos.


El pasado 5 de junio el Representante a la Cámara Wilson Arias denunció las adquisiciones irregulares de bienes baldíos por parte de una empresa colombiana. De la misma manera, sus investigaciones apuntan  a que la multinacional Cargill, el Grupo Sarmiento, Mónica Semillas y otras empresas privadas han adquirido bienes baldíos contiguos para formar grandes predios en contravía de  normas legales que prohíben de manera expresa tal situación. El debate originado por estas  denuncias tuvo como consecuencia la renuncia del Embajador de Colombia en Estados Unidos, cuya firma asesoró a Cargill y Riopaila en el diseño jurídico que permitió la apropiación de esos inmuebles mediante la creación de diversas personas jurídicas que formalmente eran distintas pero en realidad pertenecían al mismo dueño. La respuesta del Gobierno por intermedio de su Ministro de Agricultura fue vigorosa en un principio al considera que debían reversarse las adquisiciones de baldíos en contra de normas legales. La anterior postura se fue desdibujando y de unas actuaciones irregulares de unos particulares que debían ser investigadas se fue dando paso al “debate” sobre la política agraria en Colombia. De esta forma, en lugar de que los empresarios nacionales y extranjeros respondieran  por sus actuaciones ante la justicia ordinaria, el Gobierno ambienta un proyecto de ley que modifica  la ley 160 de 1994 y “regulariza” la situación de los adquirentes de baldíos que acapararon grandes extensiones de tierra. (Solo los predios adquiridos por  Cargill y Riopaila suman aproximadamente 95.000 Hectáreas). En menos de dos meses, una denuncia de actuaciones irregulares en adquisiciones de baldíos al sur del país terminó no con la judicialización de sus actores intelectuales y materiales sino con la puesta en marcha de una política pública que con la distracción de promover el desarrollo del campo busca legalizar las actuaciones de empresarios y abogados que contrariaron el ordenamiento jurídico de manera vulgar. El Congreso que discutirá la propuesta gubernamental es él mismo que hace poco más de un año aprobó la reforma política sin siquiera leerla. No se requiere ninguna capacidad especial para predecir cuál será el futuro de esta nueva ley que lejos del principio de generalidad tiene destinatarios específicos. Es lo que podría llamarse un  “blanqueo jurídico”, promovido desde la Presidencia de la República.

Mientras ocurría lo anterior, en ese otro país que parece no existir para algunos medios de comunicación, los afectados por diferentes situaciones decidieron movilizarse y en ejercicio de su derecho a protestar iniciaron paros y  realizaron bloqueos de algunas vías. Especial atención ha merecido la situación del Catatumbo en Norte de Santander, donde la comunidad pide la creación de una Zona de Reserva Campesina (ZRC), la suspensión de la erradicación de los cultivos de coca, el envío de recursos y planes específicos que indiquen como se realizara la sustitución de cultivos que remplacen al de coca. La discusión que ha llegado a los centros de opinión es si esa movilización está o no auspiciada por las farc, pues en la eventualidad de que ello fuera así la “conclusión” es que no pueden siquiera discutirse las peticiones de los campesinos. Igualmente se ha estigmatizado la figura de las ZRC, indicando que las mismas serían territorios sin ley donde la guerrilla quiere promover su constitución  para mandar a sus anchas en las áreas que se distingan bajo esa categoría. La figura de las ZRC no es nueva. Al contrario, existe desde la ley 160 de 1994, siendo su principal objetivo el de fomentar la pequeña propiedad rural, regular la ocupación y aprovechamiento de los baldíos de la nación, en la cual se realizarán  titulaciones a campesinos de escasos recursos. Es requisito la integración de una comunidad organizada a la cual apoyara el Gobierno para la efectividad de sus derechos económicos, sociales  y culturales. Se requirió de los paros cocaleros de 1996 en el sur del país para que el Gobierno mediante el Decreto 1777 de 1996 reglamentara la figura. Entre 1997 y 2002 fueron constituidas 6 ZRC en Guaviare, Pasto-Balsillas (San Vicente del Caguán), Sur de Bolívar (Municipios de Morales y Arenal), Cabrera (Cundinamarca) Bajo Cuembí y Comandante (Puerto Asís, Putumayo) y Valle del Río Cimitarra (Magdalena Medio).

Mediante la resolución No. 2060 del 11 de agosto de 2011 del Incoder se inició el trámite administrativo para la selección, delimitación y constitución de la ZRC del Catatumbo, de 365.865 has correspondientes a 339 veredas. El Plan de Desarrollo Sostenible fue socializado y entregado al Incoder en 2012 y se encuentra en proceso de revisión. La ZRC solicitada por los campesinos que están cerca de cumplir dos meses de protesta se encuentra respaldada en una ley vigente hace 19 años y cuyo trámite fue iniciado durante el gobierno del actual presidente. La ZRC constituye un modelo de desarrollo agrícola distinto centrado en pequeños propietarios protegido por el Estado donde no habría cabida para la conformación de latifundistas y mucho menos para la  implementación de megaproyectos agroindustriales que conviertan al campesino en trabajador de salario mínimo. La respuesta del Gobierno ha sido contradictoria. Mientras reconoce el abandono de la zona y las necesidades de inversión, impugna la marcha por la presunta infiltración de las farc, acaso el mismo grupo al cual éste gobierno le retorno el estatus político y con el cual lleva más de un año de diálogos en La Habana. En medio del inmenso desprestigio de las farc, el poco espacio político que les ha quedado se circunscribe a apoyar protestas sociales como las del Catatumbo en las cuales existen peticiones de reivindicación agraria.

Dos problemas con soluciones diferentes. De una parte, la vulneración de la ley por una élite empresarial con ayuda de prestigiosos abogados lejos de ser motivo de repudio y sanción se convierte en una causa defendible por el Gobierno que tramita  leyes exculpatorias y para beneficiarios con nombre propio. De otra, una protesta que busca la aplicación de una norma legal que tiene una vigencia cercana a dos décadas y pretende la promoción de la pequeña propiedad rural en una zona de conflicto es rechazada y condenada. 

 
Y todavía nos preguntamos cuáles son las causas de nuestro eterno conflicto……..

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