lunes, 19 de agosto de 2013

24 años sin Galán. La oportunidad pérdida

Se cumplió otro aniversario del asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento. Con su muerte hace 24 años el país perdió la única opción política que anteponía las convicciones a las conveniencias. Según varios testimonios, Galán se encontraba desanimado por la respuesta del país en general al atentado contra su vida descubierto a inicios de agosto de 1989 en la ciudad de Medellín. Pareciera que esa situación le hizo ver que se encontraba completamente solo en su romántica lucha contra el clientelismo y el narcotráfico. Sus banderas de renovación, transparencia e igualdad dejaron de ondear desde la oscura noche en que fue cegada su vida en Soacha.
La campaña presidencia que continuo con posterioridad a la muerte de Galán se vio manchada de sangre por el asesinato de otros dos candidatos presidenciales. El político pereirano César Gaviria recibió de manos del hijo mayor de Galán las banderas de éste y con la finalidad de recordar permanentemente el origen de su aspiración y las ideas que representaba, en todas su publicidad incorporó la imagen del líder asesinado junto a la suya. Una vez elegido como presidente Gaviria guardo las ideas y las imágenes de Galán en un cuarto oscuro del que nunca volverían a salir. Si bien es cierto que parte del ideario galanista fue incorporado en la Constitución Política de 1991, debe mencionarse que el carácter y la firmeza en convicciones relativas al  narcotráfico, la justicia, las relaciones internacionales y el desarrollo rural fueron suplantadas por ideas ajenas a las que impulso Galán desde su primera candidatura presidencial. El pragmatismo de Gaviria se vio reflejado en la manera como diseño la política de sometimiento a la justicia con la cual se buscó que narcotraficantes fueran juzgados y condenados a cambio de penas irrisorias. A menos de dos años del magnicidio de Galán, el gobierno elegido en su memoria negoció con su verdugo la incorporación de un artículo en la Constitución que prohibiera la extradición de nacionales y se sometió a todas las condiciones impuestas por un criminal para su entrega a la justicia. Luego, cuando los excesos del delincuente fueron de público conocimiento y el gobierno intento capturarlo, éste huyó de su “lugar de reclusión”. En el debate político que surgió como consecuencia de esta situación, el Gobierno resolvió que su defensa en el Congreso fuera realizada por el senador Alberto Santofimio Botero (http://ingenuidaddemocratica.blogspot.com/2012/07/cuando-santofimio-salvo-el-gobierno-de.html), quien dos décadas después sería condenado por el homicidio de Galán. Nunca estuvo en la doctrina del líder asesinado una política de apertura económica como la implementada por Gaviria ni tampoco una política internacional que tuviera como foco principal las relaciones con Estados Unidos.  Las ideas defendidas por Galán y su manera de entender y hacer la política se terminaron con la llegada al poder de quien accedió a éste con su recuerdo como carta de presentación.
El debate que en Octubre de 1980 adelanto el entonces Senador Galán sobre el Convenio suscrito entre Carbocol e Intercor para la explotación de las minas del Cerrejón en el cual se demostró más allá de toda duda las enormes inconsistencias del mismo y se observaba el enorme daño hecho al interés nacional por un contrato confuso redactado por los abogados sofisticados de la época que entregaba el control total del proyecto a la filial de la Exxon fue apenas el preámbulo de una serie de hechos que terminaron con la venta de la participación del Estado en esa empresa por 400 millones de dólares en octubre de  2000 luego de que se habían invertido 1500 millones de dólares en 25 años. (El Ministro de Hacienda de la época era el Dr. Juan Manuel Santos y hasta julio de 2000 había sido Director de Planeación el Dr. Mauricio Cárdenas. Los mismos que ahora como Presidente y Ministro de Hacienda quieren vender Isagen)  Precisamente fue comenzando el siglo XXI cuando el consumo de carbón comenzó a aumentar de manera consistente, al igual que su precio. Colombia fue “socio” del proyecto durante toda la etapa de inversión y cuando los precios del producto fueron bajos. Una vez comenzó la demanda mundial de carbón y su precio se incrementó de manera considerable se precipitó la venta de la participación en el Cerrejón como consecuencia de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que obligaba realizar tal operación como condición para obtener un crédito de 2700 millones de dólares.
La política que siguió a la muerte de Galán ha estado caracterizada por la intervención permanente y constante de los dineros del narcotráfico que lograron inclinar la elección presidencial en 1994. El Estado fue cooptado en diversas partes del país por una combinación de grupos delincuenciales y narcotraficantes que impusieron una forma diferente de hacer política. Desde hace poco más de un lustro se ha comenzado a conocer lo ocurrido y judicializar a sus participantes.
La mayor pérdida con la muerte de Galán fue la extinción de una forma de hacer política que no contara con el clientelismo y el dinero como sus protagonistas principales. Sumado a lo anterior y por la debilidad institucional propia, en diversos frentes de la vida nacional se ha secuestrado el interés general para lograr el avance del interés particular. Lo más repugnante de esta situación es que todo ocurre bajo el manto de la legalidad. El reciente capítulo de los baldíos es apenas una muestra de cómo intereses particulares no tienen ningún límite ético ni legal para  lograr sus propósitos. Y el Gobierno, en especial el actual, ha demostrado de qué lado está.
El 18 de Octubre de 1981 en Rionegro (Antioquia), Luis Carlos Galán lanzaba su candidatura a la Presidencia de la República por el Nuevo Liberalismo. Un extracto muy breve de sus postulados y el diagnóstico de una realidad que tres décadas después se mantiene igual:“…..Tales postulados son los siguientes: reorganizar la democracia colombiana; unificar a la nación y conseguir una paz auténtica y perdurable para todos nuestros compatriotas; asegurar el papel histórico de nuestro país en la evolución de América; acrecentar los recursos materiales y espirituales del pueblo colombiano y en especial redimir a la inmensa mayoría de conciudadanos oprimidos por la miseria; conquistar e integrar a la vida nacional la totalidad del territorio; reivindicar el derecho de los colombianos a manejar y controlar los recursos naturales, sobre todo el petróleo, el carbón y los demás minerales del subsuelo. Devolver al ser humano su valor como eje de la sociedad, por encima de cualquier requerimiento material que lo sacrifique aún más en aras de un teórico progreso; lograr que del primero al último colombiano haya igualdad básica de oportunidades y derechos en nuestra patria de tal manera que todos puedan satisfacer sus necesidades fundamentales en lo físico y en lo espiritual.
Entendemos que estos grandes propósitos nacionales sólo serán posibles si recuperamos la dignidad de los poderes del Estado; si modernizamos la organización de las distintas colectividades políticas; si transformamos la vida político-administrativa del país dentro del marco de una nueva ética social y si aseguramos que el poder de intervención del Estado tenga como fin fundamental garantizar a la nación que Colombia nos pertenece a todos y no a unos pocos privilegiados que aprovecharon la debilidad de nuestras instituciones democráticas para conseguir las más grandes concentraciones de poder económico y político que haya registrado nuestra historia.”

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