martes, 20 de mayo de 2014

La Campaña: Reflejo de un país sin memoria

Hace ocho años, cuando Alvaro Uribe era presidente de la república y aspiraba  ser reelegido después de la modificación de la Constitución que hoy tiene a sus ministros del Interior y Protección Social esperando que la Corte Suprema de Justicia dicte sentencia en un proceso penal en su contra por los delitos cometidos en el trámite de esa reforma, el exministro de Comercio Exterior y de Hacienda de los gobiernos de Gaviria y Pastrana y exjefe del partido liberal Juan Manuel Santos se encargaba de la creación de un nuevo  movimiento político que denominaron partido de la U en honor al caudillo que había transformado el país , cuyo ideario sería diseñado por el primo de Pablo Escobar, hoy Senador  de la República, siendo el encargado de la estrategia de  campañas el señor JJ Rendòn patrocinador de causas humanitarias como la entrega a la justicia de asesinos y narcotraficantes. En medio de la campaña para la designación del candidato liberal a la presidencia, el senador Rafael Pardo Rueda fue acusado por Santos de realizar una alianza con las farc para impedir la reelección de Uribe. Santos nunca demostró las acusaciones realizadas contra Pardo, a las cuales tiempo después calificó de rumores que èl había divulgado.  Los conservadores y el partido Cambio Radical con Vargas Lleras a la cabeza apoyaron al candidato presidente quien logró su reelección en la primera vuelta presidencial de 2006.
El nuevo uribista pura sangre recibió como premio a su trabajo y dedicación el Ministerio de Defensa Nacional desde donde logró labrar una imagen pública de hombre exitoso, de mano dura y sucesor de la seguridad democrática. Entre sus acciones más importantes estuvieron el ataque al campamento de Raul Reyes en Ecuador y la liberación de Ingrid Betancur. En esta última acción ,se utilizaron en un helicóptero signos de la Cruz Roja, situación que fue desmentida por varios meses por el gobierno hasta que las pruebas no dejaron dudas de la utilización de estos emblemas. Negada la posibilidad de una nueva modificación constitucional que permitiera una segunda reelección, el exministro Santos, único responsable ante la historia de los éxitos de las fuerzas armadas en la lucha contra las farc se convirtió en el candidato que sucedería a Uribe en la presidencia, para lo cual su único tema de campaña hace cuatro años fue mencionar en todos los foros y lugares que sería el continuador del mejor presidente de la historia de Colombia. Santos conto con todo el apoyo del gobierno y logro su objetivo de llegar a la presidencia de la república. Ministro de tres de los cuatro presidentes que lo precedieron, el nuevo mandatario había demostrado a lo largo de su carrera política que tiene un concepto particular de la lealtad: solo se guarda lealtad a si mismo. La ceremonia de posesión del nuevo presidente fue particular. Su antecesor sentado en una silla presenció la posesión gesticulando sus aprobaciones y negaciones sobre el discurso del presidente del Congreso, senador Armando Benedetti. Al parecer, nuestro caudillo quería notificara todos que no había entregado sino prestado el poder a su exministro, mientras una Asamblea Constituyente modificaba la carta política y le permitía regresar a ocupar la presidencia de manera vitalicia. La historia sobre los desencuentros entre el actual presidente y su antecesor se profundizó por el inicio de los diálogos de paz del actual gobierno con las farc. A partir de ese momento, Uribe y sus seguidores identifican a Santos como un impulsor  del castrochavismo que quiere implementar en Colombia los fracasados modelos de gobierno de Cuba y Venezuela. La realidad demuestra todo lo contrario. Santos ha sido un suscriptor serial de tratados de libre comercio que salvo los temas del proceso de paz ha continuado las mismas políticas del gobierno anterior. Los cambios que ha intentado realizar en asuntos diferentes han fracasado estrepitosamente. Las reformas a la educación y la justicia son un ejemplo de ello. La modificación al tema de las regalìas ha permitido que personajes como Chica aumenten su patrimonio de manera astronómica en pocos años.
Las disputas de las últimas semanas previas a la elección del próximo domingo referentes a la interceptación de comunicaciones promovida por un integrante de  campaña de Zuluaga y las gestiones del estratega de la campaña de Santos para promover la entrega de delincuentes han centrado la atención del país. Dos semanas antes que comenzaran las acusaciones mutuas, en un acto público el aspirante a la vicepresidencia Germàn Vargas Lleras fue interrumpido por un asistente a una reunión política. La respuesta del candidato tildándolo de gamìn y expulsándolo de la reunión fue el comienzo. Menos de 24 horas después por las redes sociales Vargas orgulloso demostraba que dicha persona era miembro del partido de Uribe y demostraba su afirmación con fotografías. ¿Cómo obtuvo esa información el candidato? ¿todas las personas que intervienen en sus reuniones son grabadas e investigadas? ¿Quièn realizo esa investigación en tan corto tiempo?. Llevamos una semana  siendo informados diariamente sobre las relaciones del “hacker” con Zuluaga. Queda claro hasta el momento que funcionarios del gobierno continúan realizando interceptaciones ilegales en el territorio nacional.  El problema aquí es que esa información era vendida a terceros como Sepulveda que la utilizaban en la campaña que le pagaba para manejar asuntos de estrategia en redes sociales. Quien aparece en la mitad de todo el asunto es Luis Alfonso Hoyos, funcionario de Uribe durante su gobierno y Director del Sena de la administración Santos hasta 2012. Para terminar de ensombrecer el panorama, el expresidente galerista, padre del jefe del partido liberal y aspirante a Ministro sale a la plaza pública a gritar improperios contra Uribe.  Ese expresidente fue el mismo que hace 23 años traicionando los principios de Galàn, en cuyo nombre había llegado al poder, “pactaba” con Pablo Escobar su entrega a la justicia. Solo falta que el elefante salga a exigir claridad en la financiación de las actuales campañas.
Nada de lo que está pasando debe sorprender a nadie. Somos testigos de la lucha entre dos personas igual de ambiciosas y que no tienen  limites éticos para lograr sus objetivos. Santos escuda su ambición de gloria eterna chantajeándonos con el proceso de paz. La firma de un acuerdo que permita la desmovilización de los miembros de las farc solo puede lograse si él es elegido presidente. Uribe, el padre de los inversionistas inmobiliarios millonarios siempre ha demostrado que es fiel a aquello de que el fin justifica los medios. Todos los que gravitan alrededor de ambos “líderes” son las mismas personas que se han beneficiado del Estado en los últimos veinte años en el país. En realidad no existe disyuntiva entre uno y otro.  La victoria de cualquiera de los dos es el triunfo del mismo grupo de personas que manejan el país desde siempre. Recuerden a Rafael Pardo después de haber sido falsamente acusado por Santos, recibiendo el Ministerio de Trabajo. O Serpa la embajada en la OEA después de la primera victoria de Uribe.  Son caimanes del mismo pozo y por el desconocimiento de nuestro contexto vamos a elegir entre dos opciones que son la misma. Por su cercanía y hermandad, sus acusaciones mutuas tienen un valor adicional: Son todas verdad.

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