lunes, 28 de julio de 2014

Lecciones para burlar la justicia.

El pasado 4 de junio se cumplieron diez años de la aprobación por parte de la comisión primera de la Cámara de Representantes de la reforma constitucional que permitió la reelección presidencial en Colombia. La representante Yidis Medina de manera sorpresiva apoyó la enmienda constitucional y el representante Teodolindo Avendaño se ausento del recinto al momento de la votación, situación que permitió la aprobación de la reforma. El cambio de criterio a última hora de ambos congresistas fue determinante para la instauración de la reelección presidencial. Cuatro años después, ante las cámaras de televisión Medina admitiría haber recibido contraprestaciones de parte del gobierno por el cambio del sentido de su voto, situación  que tendría como consecuencia la realización de un juicio y posterior condena por el delito de cohecho. Tiempo después, al parlamentario Avendaño se le comprobaría que el Gobierno a cambio de su ausencia en  la votación de la reforma  le entregó la posibilidad de designar un Notario en la ciudad de Bogotá, en razón a lo cual, el parlamentario puso en venta esa posición, como quien vende un carro recibido en dación de pago, encontrando una persona que adquirió ese “derecho”y le pagó una cuantiosa suma de dinero con la finalidad que el Ministro de Interior por decreto lo nombrara como “guardián de la fe pública” en la capital. Mientras la justicia condenaba a los parlamentarios, la Fiscalía iniciaba un proceso penal contra los Ministros del Despacho que habían realizado los acuerdos con los delincuentes que habían cambiado su voto. El Ministro del Interior Sabas Pretelt, quien fue enviado a la Embajada de Italia entregó poder a un conocido exprocurador para su defensa. Este prestante abogado, conocido profesor y conferencista, además de maestro del abogado de Saludcoop que hoy ocupa la Fiscalía ha centrado su defensa en impulsar nulidades procesales debido a que en su parecer todas las diligencias de este proceso debía adelantarlas el Fiscal General de la Nación de manera indelegable y por ello cualquier actuación en que no repose la firma de este funcionario carece de validez. Luego de tener un éxito parcial con esta estrategia, recuso a todos los jueces del caso y fruto de ello se eligieron conjueces para adelantar el proceso. Ahora,  después de una década de los hechos delictivos y cuando la Corte apresta a tomar su decisión final acude a una acción de tutela aduciendo violaciones al debido proceso con la finalidad de anular por esta vía la actuación adelantada contra su defendido y de esta manera acercarse a la prescripción de la acción penal. La Corte Constitucional “seleccionó” dicha acción de tutela para su revisión y está próximo a fallar sobre el particular. La “suerte” ha estado del lado del exministro y exembajador debido a que la posibilidad que una acción de tutela por violación al debido proceso sea escogida para revisión por la Corte es altamente improbable pero si las personas cuentan con los contactos necesarios todos es posible en el sistema judicial colombiano. Los discursos del exfuncionario y su abogado repiten de manera incesante las palabras debido proceso. Sin embargo, los recursos y las acciones interpuestas y la forma en que se ha dilatado este proceso son una clase magistral de tinterilladas que servirán a todos nuestros colegas para obstruir la justicia en nombre de los derechos fundamentales.
En el caso del proceso contra Pretelt se podría argumentar que se trata de un abogado utilizando todas las herramientas que da la ley para defender a su cliente. Sin embargo, en el caso del exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, ex contratista de la Contraloría y actual Presidente del Consejo Superior de la Judicatura la situación es más cómica. A Ricaurte  el Consejo de Estado le declaró  nula la elección debido a que la mayoría de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que había ternado su nombre había sido a su vez elegido por él mismo postulado. Por tanto, este enmermelador del poder judicial debía retirarse de su cargo. Este magistrado que debe promulgar el respeto por los fallos judiciales promulga este principio siempre y cuando los mismos no sean en contra de él. Interpuso recursos de aclaración y recuso después del fallo a algunos integrantes de la Sala de decisión que suscribieron la decisión. ¿La finalidad? Demorar, dilatar el cumplimiento de fallo para seguir ejerciendo sus funciones en el Consejo Superior de la Judicatura. Este Magistrado litigante no tuvo ningún problema en asistir a la posesión del Congreso el pasado 20 de julio. Eso de la vergüenza es un comportamiento para los tontos. Ese personaje es quien diseña las ternas de los postulados a los altos cargos de Corte y Tribunales en Colombia.

No los aburro nuevamente recordando que en noviembre se cumplen 2 años de la estafa masiva de Interbolsa esperando que la Fiscalía acuse a los principales cerebros de la defraudación. Y mientras lo anterior ocurre, Montealegre se apresta a nombrar más de 3.000 funcionarios en la Fiscalía General de la Nación debido a la reforma de la institución sancionada la semana pasada por el presidente Santos y el Ministro de Justicia encargado Miguel Samper, hijo del muy honorable y distinguido Secretario General de Unasur. (Estamos en Colombia, el hijo del presidente acusado de recibir aportes del narcotráfico en su campaña es el Ministro de Justicia. Si Garavito tuviera influencia política, algún hijo suyo dirigiría el Instituto Colombiano de Bienestra Familiar) Y mientras vemos como exfuncionarios, exprocuradores y magistrados se burlan de la  justicia  a la vista de todos los ciudadanos, quienes dictamos clases de derecho quedamos sin argumentos para promover el respeto al debido proceso y la lealtad procesal pues si los colegas de “mostrar” no tienen rubor para enturbiar los procesos, es imposible exigirle al gremio un comportamiento diferente al de sus “estrellas”.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario