viernes, 27 de marzo de 2015

Cuando Santos se metió al bolsillo la Corte Constitucional.

Algunos ingenuos pensamos que luego de la revelación pública de las acciones de algunos magistrados de la Corte Constitucional  relativas a sus reuniones con apoderados de litigios millonarios, selección extraña de tutelas y nombramientos de sus familiares en diferentes órganos de control la consecuencia de lo anterior sería como mínimo  un acto de contricción público de todos los involucrados o la renuncia de los mismos a sus cargos como una señal de respeto a la institución en la cual presta sus servicios.
La realidad es distinta. Ninguno de los magistrados renunciará. El tema quedo zanjado con una babosa rendición de cuentas y un proyecto de autoreforma en que se comprometerán -ahora sí- a cumplir el reglamento de la corporación. Si el elefante no renunció y ahora es Secretario General de Unasur porque iban a renunciar ellos. Si los lugartenientes del Elefante son hoy Ministro del Interior y Jefe de una bancada del Senado a pesar de los hechos ocurrido hace veinte años en la campaña presidencial porque iban a  dar ellos el ejemplo de renunciar.  “Luisgui” y sus amiguetes, los “guardianes de la Constitución” no darán un paso al costado para no desinstitucionzar al país. Y en realidad, parecen tener razón. Nada más institucionalizado en las esferas del poder de Colombia que el tráfico de influencias y el cambio de favores. No sólo sería la renuncia de ellos sino la de todo su grupo de familiares ubicado en cargos públicos de libre nombramiento y remoción. Que concursen los ciudadanos, porque los magistrados y sus familias pertenecen a una casta superior que no debe ser sometida a vejaciones.
En  río revuelto el jugador de póker utilizó la crisis y de la mano de los consejos de otro exministro del elefante utilizó la coyuntura para apropiarse del nuevo tribunal de aforados y echarse de paso al bolsillo a toda la Corte Constitucional a la que ha salvado de la ignominia. Ante el salto al vacío que implicaba traer nueve abogados que pudieran cumplir sus funciones de manera independiente, Santos resolvió respaldar a ocho de los nueve magistrados y de esta manera  aseguro por anticipado la victoria del Gobierno en los asuntos que se tramiten en ese Tribunal. La manera de resolver esta crisis refleja el nervio del santismo: decir una cosa en público, arregla otra en privado y dejar que EL TIEMPO haga el resto. Quedo confirmado: El rescate de la justicia será el hundimiento del magistrado Pretelt. Las penas de la justicia serán lavadas con el retiro o procesamiento del magistrado. Irónicamente, un político que nunca debió ser magistrado terminó siendo utilizado por los jueces para salvarse políticamente.
Las insólitas explicaciones de Montealegre y los silencios de Ordoñez sobre las ferias de nombramientos de allegados a jueces de las más altas Cortes de Colombia demuestran que nada cambiara. Y el Gobierno que impulsó y exigió a su mayoría parlamentaria que eligiera  como Contralor a una persona con los antecedentes de Maya que en 2016 cumple la edad de retiro forzoso para funcionarios públicos será el que nombrara los jueces de los jueces. Queso para el ratón.
Pretlet por interés personal y no por convicción podría pasar de ser malvado a héroe si en su caída continúa revelando la manera en que se manejan los litigios en Colombia y como los magistrados se benefician de ello. Es tan desolador el panorama que la única esperanza de que sople algo de aire fresco en la cloaca que han convertido la justicia esta  en  su integrante más señalado.




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