martes, 21 de abril de 2015

Razones egoístas para insistir en el proceso de paz

A Juan Alvaro Fonseca

Hace algo más de trece años el Gobierno de Andrés Pastrana ponía fin a  los diálogos de paz con la guerrilla de las farc. Horas antes de esta determinación, la guerrilla había secuestrado un avión, obligado a la tripulación al aterrizaje en una zona de su influencia y había partido del lugar con algunos de los ocupantes de la nave, a quienes secuestro por algunos años. Estos hechos ocurrían a menos de seis meses de los acontecimientos del 11 de septiembre, razón por la cual la agrupación guerrillera  por sus propios actos paso en poco meses y por una década a la lista de grupos terroristas a nivel mundial. En el aspecto político, el fracaso de los diálogos del Caguán tuvo como consecuencia la llegada al poder de Alvaro Uribe, quien con un discurso bélico canalizó el sentimiento ciudadano de repudio a las guerrillas e inició la era de la seguridad democrática, en la cual los fines eran conseguidos por cualquier medio.  No hubo problemas en  cambiar la Constitución y  comprar votos de congresistas corruptos. Tampoco lo hubo en ordenar seguimientos ilegales e interceptaciones telefónicas a opositores y/o jueces. Mucho menos en adelantar  operaciones de guerra  en territorio extranjero. El asesinato de inocentes para hacerlos pasar como integrantes de la guerrilla y demostrar aplastantes resultados en la lucha subversiva fue respaldado por el Estado.
Fue tal el estado de desesperación que la guerrilla ocasionó en los colombianos que al tener un mandatario decidido a combatirla hubo un silencio general sobre las recurrentes e indebidas prácticas de su gobierno. El cansancio ante un grupo subversivo que desde hace varios lustros se comunica únicamente con sus crímenes con la población explica el ascenso y la consolidación de Uribe en el poder. ¿Alguien recuerda algún documento o alguna propuesta de las farc sobre tema alguno que hubiere generado debate en Colombia? Las farc se asocian con crímenes y no con ideas.
Por eso, la única manera que un ´proceso de paz tenga éxito en Colombia es adelantarlo a pesar de las farc. Los miserables asesinatos del Cauca de la semana anterior confirman este hecho. A manera de repetir lo ocurrido a inicios del presente siglo, las farc quieren llevar al límite al Gobierno. Esa actitud y sus continuas declaraciones arrogantes, prepotentes y distantes del país por el que dicen luchar se convierten en municiones para que el gran colombiano solicite la terminación del proceso. De mantenerse la actual tendencia, con paz o sin ella se corre el riesgo que el caudillo regrese por interpuesta persona a la presidencia. Para volver al poder Uribe lo único que necesita es que las farc continúen cometiendo las estupideces a que nos tienen acostumbrados. No se necesita nada más.
No vote por Santos ni creo en las farc pero tengo claro que el peor escenario que puede tener este país es volver a suspender las negociaciones por un lustro o una década bajo los cantos de sirena de quienes prometen victorias que no se han conseguido en medio siglo. Uribe y su ministro Santos rompieron todas las reglas existentes y  minaron la guerrilla pero  no pudieron acabarla. Resulta irónico ver a una nieta de Guillermo León Valencia con el mismo discurso de su abuelo de los sesenta que nos condujo al punto en el que estamos. El apoyo a la negociación no lo fundamento en idealismo, lo sustento en pragmatismo. No es posible que sigamos auspiciando una “confrontación” que en la práctica se da en los sectores más pobres del país y entre los ciudadanos que no tienen opción diferente a arriesgar su vida por una paga miserable.  ¿Qué es lo que vamos a ceder? ¿Justicia? En este país nunca hemos sabido que es eso, luego el argumento de la impunidad no tiene ningún peso. ¿Cuál justicia? La que permite que personajes como Samper y Uribe sigan rigiendo nuestros destinos. Otro argumento  es que el castrochavismo auspiciado por Santos se va a tomar el poder. ¿En verdad, puede tenerse en cuenta ese pueril argumento? Qué Santos, el presidente que ordeno a su bancada votar el TLC con Corea del Sur, él mismo que le ha entregado al dueño de El Tiempo algunas Asociaciones Público Privadas y que expide decretos inconstitucionales para proteger los interese de las mineras este llevando al país al castrochavismo es algo que no resiste el menor análisis. Este presidente es igual a todos los presidentes que recuerde, un defensor de las élites y sus privilegios. La única diferencia es que Santos habla de la tercera vía y regala casas de 40 metros  cuadrados y por ello se considera  una especie de Gandhi colombiano. Y por último, es que los jefes de las farc participarán en política.  Qué participen. Llevan 50 años dejando su impronta en la memoria de todos los colombianos y por eso su participación será residual. Al contrario, no firmar la paz es continuar dedicando todos los esfuerzos e ingresos de la nación a combatir la guerrilla sin tener ningún plazo sobre el fin de esa lucha. Por estar dedicados al mismo problema en las últimas décadas, las discusiones centrales sobre modelo de sociedad han pasado a un segundo plano. La mejor manera de aplazar reformas y ejecutar cambios es mantener una guerra.

En últimas, firmar la paz nos traerá a todos un problema menos y de paso evita que caigamos nuevamente en manos de personajes siniestros que para lograr sus fines se valen de cualquier medio. 

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