miércoles, 9 de diciembre de 2015

Entre acosadores laborales y fanáticos religiosos.



La principal función del Defensor del Pueblo de acuerdo con la Constitución de Colombia es la promoción, ejercicio y divulgación de los derechos humanos. Por ello resulta impresentable que el funcionario en ejercicio de ese cargo en la actualidad sea identificado por sus subalternos como un recurrente acosador laboral, misógino que atropella diariamente los derechos de los trabajadores de la entidad encargada de promover los derechos humanos.
Mientras tanto, la Procuraduría General de la Nación que tiene por encargo constitucional defender los intereses de la sociedad, desde la posesión de Alejandro Ordoñez se ha dedicado a divulgar, defender y promover la doctrina religiosa de su jefe atacando a las minorías que “contravienen” el culto católico. La participación del ministerio público oponiéndose al matrimonio entre parejas del mismo sexo ha sido una de las actividades desarrolladas durante este tiempo de oscuridad en esa dependencia. Contrastan las posiciones del procurador en materias religiosas con su ligero actuar en materias disciplinarias donde ha sido “generoso” en la firma de revocatorias directas de sanciones de predecesores y subalternos en favor de selectos favorecidos.
En la Contraloría General de la República llegó hace unos meses el exprocurador Maya Villazón a pesar de sus impresentables cartas de presentación de sus gestiones durante ocho años en el Ministerio Público. Conocedor el Congreso de la facilidad del exprocurador de callar cuando es momento de denunciar, no existía candidato alguno que pudiera competir con Maya. Desde el inició de su gestión, al mejor estilo de los contralores departamentales y municipales, demostró que será un ministro del presidente con funciones en el ente de control. En otras palabras, hay contraloría pero no hay contralor.
El creador de la Universidad de la Fiscalía, contratista de Natalia Springer y abogado de los mayores defraudadores de la salud en Colombia tiene todavía más de tres meses para terminar de hacer estragos en la fiscalía. La manera caprichosa en que ha manejado el presupuesto de la entidad y ha seleccionado las investigaciones del ente acusador han logrado poner a esa entidad en el peor momento de su historia. Quedo comprobado que pusieron al ratón a cuidar el queso.
Los órganos de control en Colombia tienen un acosador laboral como defensor del pueblo, un fanático religioso como procurador, un mudo como contralor y un abogado de hampones de cuello blanco como fiscal. No obstante lo anterior, todos seguimos pensando que lo más importante es firmar la paz. Mientras personajes como los mencionados sigan manejando a Colombia, el menor de los problemas del país es que exista o no guerrilla. La paz comenzara a asomarse cuando dejemos de hacer venías a esta clase de individuos que tiene secuestrado el Estado desde siempre y caminan impunes a la vista de todos.





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