Dos semanas después de la histórica
intervención del actual Fiscal General de la Nación ante la plenaria del Senado
en la cual confirmó a los colombianos que si la justicia es una utopía, la
ética es un lujo en las épocas de los abogados sofisticados para los cuales el
derecho y la moral no tienen ninguna relación, el impedido funcionario y los
medios de su principal cliente han dado por clausurado el debate sobre sus
indelicadezas como cabeza de la institución encargada de acusar a los
ciudadanos por violaciones a la ley penal.
Un video del archienemigo del establecimiento
recibiendo dinero en efectivo en fecha sin establecer y una demanda en su contra
suscrita por un abogado de traquetos y lavadores de dólares ha sido el pretexto
perfecto para meter el tema al congelador. La estrategia ha sido exitosa y
permitió que antes de iniciar vacaciones de fin de año los reflectores recaigan
sobre Petro. Ha sido tan exagerada la reacción del establecimiento, que la
situación que en principio parecía una catástrofe y el fin de la carrera
política del senador decente, se ha convertido con el paso de los días en una “persecución”
en la cual el aspirante presidencial a 2022 juega el papel que más le gusta: Un
perseguido por los poderosos que quieren evitar a cualquier costo su participación
en política y la transformación del país. Es tal el tamaño del escándalo y los
trapos sucios que les tiene Martínez a sus asociados que la carta perfecta para
desacreditar a su rival en la próxima campaña presidencial, debió ser exhibida
tres años antes.
Gracias a las grabaciones
realizadas por un íntimo amigo del hoy fiscal, se pudo constatar que el
exsuperministro de Santos conocía años antes de su cargo actual todo el
entramado de corrupción derivado de Odebrecht sin nunca dar anuncio a la
opinión pública de tal situación. Sus actuaciones posteriores han confirmado
que en la agenda de la actual fiscalía el tema de llegar a los peces grandes
del escándalo de la empresa brasileña no existe. Si el anterior Fiscal no
realizó actuación alguna contra los involucrados en los malos manejos de
recursos en Saludcoop, que eran sus exclientes, el actual titular del cargo repetirá
esta tradición con sus más cercanos clientes.
Las facultades de derecho
deben guardar la dilatada intervención de Martínez para exhibirla ante sus
alumnos como una clase maestra de cinismo y el abuso de poder de un servidor
público en Colombia. La manera en que el Fiscal exhibía documentos reservados,
realizaba alusiones a conversaciones privadas y se jactaba de conocer los
movimientos de sus contradictores son un ejemplo de la cloaca en que se
convirtió hace lustros la justicia en el país.
Las normas sustanciales y
procesales que descansan en las codificaciones de las diferentes áreas y que se
concretan en los 200 programas de derecho existentes en Colombia plantean una disciplina
en la cual la ley y la jurisprudencia son
las principales fuentes de derecho que utilizan los jueces para sus fallos. El
divorcio con la realidad no puede ser más evidente. La justicia que se practica
en el día a día no depende para nada de conocimientos, alegatos, estudios ni
tampoco busca llegar a la verdad. La justicia del día a día depende de coimas
pequeñas o grandes, en dinero o en especie sin las cuales la actividad del
litigante se vuelve azarosa. Con una rama judicial de espaldas a la
transparencia, los mínimos aspectos de un proceso, desde una notificación hasta
la fijación de una fecha para una audiencia no dependen de un turno estricto
sino de la cercanía con funcionarios del respectivo despacho judicial. Esta
realidad auspiciada y tolerada por quienes debemos impulsar procesos en cualquier
jurisdicción nos explica en parte la tragedia de nuestro lento sistema
judicial. Y para evitar cualquier represalia de los dueños del sistema, nadie
dice nada. Por eso, en lugar de recibir una amonestación pública, personajes
como el actual fiscal son aplaudidos en recintos cerrados por sus colegas.
La manera como el actual fiscal llegó al cargo(ver http://ingenuidaddemocratica.blogspot.com/2016/07/nestor-humberto-y-el-traje-nuevo-del.html
escrito en julio de 2016), y la forma en que ha desarrollado sus funciones no
son un accidente. Son una consecuencia de la manera como se entendió que es el
ejercicio de la profesión desde hace algunos lustros. Se privilegia la
influencia y la cercanía con el poderoso antes que las posiciones que puedan
llevar a una contrariedad con el mandamás de turno. Eso explica ridiculeces
como la esposa de un presidente de la Corte actuando como primera dama de la
justicia, los magistrados en turismo permanente o la ausencia de
pronunciamientos de la academia o de asociaciones de abogados sobre la crisis
ética de la profesión. Por eso nadie se aterra cuando un delincuente entrega
doctorados honoris causa a un personaje sin más mérito que su vanidad para
merecerlo.
En síntesis, la permanencia
del actual fiscal en su cargo y la finalización de su periodo constitucional
son un indicador del estado de putrefacción de la “justicia” en Colombia. Y
nada parece indicar que la situación vaya a cambiar. Al contrario, la captura
de lo público por oscuros intereses privados es nuestro presente y futuro.
P.D. El ilegal paro de la jurisdicción
civil en Bogotá por el cual nadie responde y que a nadie importa completa 41
días sin solución. Una muestra más de la “importancia” del sector en la agenda
pública. Igual, son tan lentos los procesos que no existe diferencia si los
juzgados están o no en actividades.
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